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SAMUEL–REYES
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como el rey Acab, porque se había casado con una de las hijas de Acab. Así
que Yoram hizo lo malo a los ojos del Señor. El Señor no quiso destruir
a Judá porque le había prometido a su siervo D
avid que sus descendientes
seguirían gobernando, brillando como una lámpara por siempre.
Durante el reinado de Yoram, los edomitas se rebelaron contra Judá y coronaron a su propio rey. Entonces Yoram marchó con todos sus carros de
guerra a atacar la ciudad de Zair. Los edomitas rodearon a Yoram y a los comandantes de sus carros de guerra, pero él los atacó de noche al abrigo de
la oscuridad. Sin embargo, el ejército de Yoram lo abandonó y los soldados
huyeron a sus casas. Así que Edom ha sido independiente de Judá hasta el
día de hoy. La ciudad de Libna también se rebeló por ese mismo tiempo.
Los demás acontecimientos del reinado de Yoram y todo lo que hizo están
registrados en El libro de la historia de los reyes de Judá. Cuando Yoram
murió, lo enterraron con sus antepasados en la C
iudad de D
avid. Luego
su hijo Ocozías lo sucedió en el trono.
Ocozías, hijo de Yoram, comenzó a gobernar Judá durante el año doce del
reinado de Joram, hijo de Acab, rey de Israel.
Ocozías tenía veintidós años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén un año. Su madre se llamaba Atalía y era nieta del rey Omri de Israel.
Ocozías siguió el mal ejemplo de la familia del rey Acab. Hizo lo malo a los
ojos del Señor, igual que la familia de Acab, pues eran parientes políticos.
Ocozías se unió a Joram, hijo de Acab, en su g uerra contra el rey Hazael
de Aram en Ramot de Galaad. Cuando los arameos hirieron al rey Joram
en la batalla, él regresó a Jezreel para recuperarse de las heridas que había
recibido en Ramot. Como Joram estaba herido, el rey Ocozías de Judá fue
a visitarlo a Jezreel.
Mientras tanto, el profeta Eliseo mandó llamar a un miembro del grupo
de profetas. «Prepárate para viajar —le dijo—, y llévate este frasco de
aceite de oliva. Ve a Ramot de Galaad, y busca a Jehú, hijo de Josafat, hijo
de Nimsi. Llévalo a un cuarto privado, lejos de sus amigos, y derrama el
aceite sobre su cabeza. Dile: “Esto dice el S eñor: ‘Yo te unjo para que seas
rey de I srael’”. Luego abre la puerta ¡y corre por tu vida!».
Entonces el joven profeta hizo lo que se le indicó y fue a Ramot de Galaad. Cuando llegó, encontró a Jehú sentado junto con otros oficiales del
ejército.
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