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SAMUEL–REYES
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Había doce pares de bueyes en el campo, y Eliseo araba con el último par.
Elías se acercó a él, le echó su manto sobre los hombros y siguió caminando. Eliseo dejó los bueyes donde estaban, salió corriendo detrás de
Elías y le dijo:
—Deje que primero me despida de mis padres con un beso y luego iré
con usted.
Elías respondió:
—Regresa, pero piensa en lo que te hice.
Entonces Eliseo regresó a donde estaban sus bueyes y los mató. Con
la madera del arado hizo una fogata para asar la carne. Repartió la carne
asada entre la gente del pueblo, y todos comieron. Después se fue con Elías
como su ayudante.
Por ese tiempo, Ben-adad, rey de Aram, movilizó a su ejército con el apoyo
de treinta y dos reyes aliados, sus carros de guerra y sus caballos. Sitiaron
Samaria, la capital de Israel, y lanzaron ataques contra la ciudad. B
en-adad
envió mensajeros a la ciudad para que transmitieran el siguiente mensaje
al rey Acab de Israel: «Ben-adad dice: “¡Tu plata y tu oro son míos, igual
que tus esposas y tus mejores hijos!”».
«Está bien, mi señor el rey —respondió el rey de Israel—. ¡Todo lo que
tengo es tuyo!».
Pronto los mensajeros de B
en-adad regresaron y dijeron: «Ben-adad
dice: “Ya te he exigido que me des tu plata, tu oro, tus esposas y tus hijos;
pero mañana a esta hora, enviaré a mis funcionarios a registrar tu palacio
y las casas de tus funcionarios. ¡Se llevarán todo lo que más valoras!”».
Entonces Acab mandó llamar a todos los ancianos del reino y les dijo:
—¡Miren cómo este hombre está causando problemas! Ya accedí a su
exigencia de darle mis esposas, mis hijos, mi plata y mi oro.
—No cedas ante ninguna otra de sus exigencias —le aconsejaron todos
los ancianos y todo el pueblo.
Así que Acab dijo a los mensajeros de B
en-adad: «Díganle esto a mi
señor el rey: “Te daré todo lo que pediste la primera vez, pero no puedo
aceptar tu última exigencia”». Entonces los mensajeros le llevaron la respuesta a Ben-adad.
Con eso B
en-adad le envió otro mensaje a Acab, que decía: «Que los
dioses me hieran e incluso me maten si de Samaria queda polvo suficiente
para darle un puñado a cada uno de mis soldados».
El rey de I srael le envió esta respuesta: «Un guerrero que está preparándose con su espada para salir a pelear no debería presumir como un
guerrero que ya ganó».
Ben-adad y los otros reyes recibieron la respuesta de Acab mientras
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