Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 208
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INMERSIÓN
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REINOS
1R
| 3:10-26
mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo
tuyo?
Al S eñor le agradó que Salomón pidiera sabiduría. Así que le respondió:
—Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no
has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos, ¡te
concederé lo que me has pedido! Te daré un corazón sabio y comprensivo,
como nadie nunca ha tenido ni jamás tendrá. Además, te daré lo que no
me pediste: riquezas y fama. Ningún otro rey del mundo se comparará a
ti por el resto de tu vida. Y si tú me sigues y obedeces mis decretos y mis
mandatos como lo hizo tu padre David, también te daré una larga vida.
Entonces Salomón se despertó y se dio cuenta de que había sido un
sueño. Volvió a Jerusalén, se presentó delante del arca del pacto del S eñor
y allí sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Luego invitó a todos
sus funcionarios a un gran banquete.
Tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey para resolver un asunto.
Una de ellas comenzó a rogarle: «Ay, mi señor, esta mujer y yo vivimos en
la misma casa. Ella estaba conmigo en la casa cuando yo di a luz a mi bebé.
Tres días después, ella también tuvo un bebé. Estábamos las dos solas y no
había nadie más en la casa.
»Ahora bien, su bebé murió durante la noche porque ella se acostó encima de él. Luego ella se levantó a la medianoche y sacó a mi hijo de mi
lado mientras yo dormía; puso a su hijo muerto en mis brazos y se llevó al
mío a dormir con ella. A la mañana siguiente, cuando quise amamantar a
mi hijo, ¡el bebé estaba muerto! Pero cuando lo observé más de cerca, a la
luz del día, me di cuenta de que no era mi hijo».
Entonces la otra mujer interrumpió:
—Claro que era tu hijo, y el niño que está vivo es el mío.
—¡No! —dijo la mujer que habló primero—, el niño que está vivo es el
mío y el que está muerto es el tuyo.
Así discutían sin parar delante del rey.
Entonces el rey dijo: «Aclaremos los hechos. Las dos afirman que el
niño que está vivo es suyo, y cada una dice que el que está muerto pertenece a la otra. Muy bien, tráiganme una espada». Así que le trajeron una
espada.
Luego dijo: «¡Partan al niño que está vivo en dos, y denle la mitad del
niño a una y la otra mitad a la otra!».
Entonces la verdadera madre del niño, la que lo amaba mucho, gritó:
«¡Oh no, mi señor! ¡Denle el niño a ella, pero, por favor, no lo maten!».
En cambio, la otra mujer dijo: «Me parece bien, así no será ni tuyo ni
mío; ¡divídanlo entre las dos!».
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