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INMERSIÓN
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REINOS
2S
| 18:3-16
un grupo bajo el mando de Joab; otro bajo el mando del hermano de Joab,
Abisai hijo de Sarvia; y el tercero bajo Itai de Gat. Entonces el rey les dijo
a sus tropas:
—Yo iré con ustedes.
Pero sus hombres se opusieron terminantemente e insistieron:
—No debe ir. Si tenemos que salir en retirada y huir, aunque maten a la
mitad de nosotros no cambiaría nada para las tropas de Absalón; es a usted
al que buscan. Usted vale por diez mil de nosotros. Es mejor que se quede
aquí en la ciudad y nos envíe ayuda si la necesitamos.
—Si ustedes piensan que ese es el mejor plan, lo seguiré —respondió
el rey.
De modo que se quedó al lado de la puerta de la ciudad mientras las
tropas marchaban en grupos de cientos y de miles.
Entonces el rey les dio esta orden a Joab, a Abisai y a Itai:
—Por consideración a mí, traten con bondad al joven Absalón.
Y todas las tropas escucharon que el rey daba esta orden a sus comandantes.
Así que comenzó la batalla en el bosque de Efraín, y los hombres de
David rechazaron los ataques de las tropas israelitas. Aquel día hubo una
gran matanza, y veinte mil hombres perdieron la vida. La batalla se extendió con furor por todo el campo, y perecieron en el bosque más hombres
que los que murieron a espada.
Durante la batalla, Absalón se cruzó con algunos hombres de David. Trató
de escapar en su mula, pero al pasar cabalgando debajo de un gran árbol,
su cabello se enredó en las gruesas ramas. La mula siguió y dejó a Absalón
suspendido en el aire. Entonces uno de los hombres de David vio lo que
había pasado y le dijo a Joab:
—Vi a Absalón colgando de un gran árbol.
—¿Qué? —preguntó Joab—. ¿Lo viste ahí y no lo mataste? ¡Te hubiera
recompensado con diez piezas de plata y un cinturón de héroe!
—No mataría al hijo del rey ni por mil piezas de plata —le respondió
el hombre a Joab—. Todos escuchamos lo que el rey les dijo a usted, a
Abisai y a Itai: “Por consideración a mí, por favor, perdonen la vida del
joven Absalón”. Si yo hubiera traicionado al rey y matado a su hijo —y
de seguro el rey descubriría quién lo hizo—, usted sería el primero en
abandonarme a mi suerte.
—Basta ya de esta tontería —dijo Joab.
Enseguida Joab tomó tres dagas y las clavó en el corazón de Absalón
mientras estaba colgado, todavía vivo, del gran árbol. Luego diez jóvenes
escuderos de Joab rodearon a Absalón y lo remataron.
Entonces Joab hizo sonar el cuerno de carnero, y sus hombres regresaron
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