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INMERSIÓN
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REINOS
2S
| 13:1-16
Ahora bien, Absalón, hijo de D
avid, tenía una hermana muy hermosa llamada Tamar; y Amnón, su medio hermano, se enamoró perdidamente de
ella. Amnón se obsesionó tanto con Tamar que se enfermó. Ella era virgen,
y Amnón pensó que nunca podría poseerla.
Pero Amnón tenía un amigo muy astuto, su primo Jonadab, quien era
hijo de Simea, hermano de David. Cierto día Jonadab le dijo a Amnón:
—¿Cuál es el problema? ¿Por qué debe el hijo de un rey verse tan abatido día tras día?
Entonces Amnón le dijo:
—Estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón.
—Bien —dijo Jonadab—, te diré lo que tienes que hacer. Vuelve a la
cama y finge que estás enfermo. Cuando tu padre venga a verte, pídele
que le permita a Tamar venir y prepararte algo de comer. Dile que te hará
sentir mejor si ella prepara los alimentos en tu presencia y te da de comer
con sus propias manos.
Entonces Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Cuando el rey fue a
verlo, Amnón le pidió: «Por favor, deja que mi hermana Tamar venga y me
prepare mi comida preferida mientras yo observo, así podré comer de sus
manos». Entonces D
avid aceptó la propuesta y envió a Tamar a la casa de
Amnón para que le preparara algo de comer.
Cuando Tamar llegó a la casa de Amnón, fue a donde él estaba acostado
para que pudiera verla mientras preparaba la masa. Luego le horneó su comida preferida, pero cuando ella le llevó la bandeja, Amnón se negó a comer
y les dijo a sus sirvientes: «Salgan todos de aquí». Así que todos salieron.
Entonces él le dijo a Tamar:
—Ahora trae la comida a mi dormitorio y dame de comer aquí.
Tamar le llevó su comida preferida, pero cuando ella comenzó a darle
de comer, la agarró y le insistió:
—Ven, mi amada hermana, acuéstate conmigo.
—¡No, hermano mío! —imploró ella—. ¡No seas insensato! ¡No me
hagas esto! En Israel no se hace semejante perversidad. ¿Adónde podría ir
con mi vergüenza? Y a ti te dirán que eres uno de los necios más grandes
de Israel. Por favor, simplemente habla con el rey, y él te permitirá casarte
conmigo.
Pero Amnón no quiso escucharla y, como era más fuerte que ella, la
violó. De pronto, el amor de Amnón se transformó en odio, y la llegó a
odiar aún más de lo que la había amado.
—¡Vete de aquí! —le gruñó.
—¡No, no! —gritó Tamar—. ¡Echarme de aquí ahora es aún peor de lo
que ya me has hecho!
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