Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 175
Samue
2S
–REYES
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suplicó a D
ios que perdonara la vida de su hijo, y no comió, y estuvo toda
la noche tirado en el suelo. Entonces los ancianos de su casa le rogaban que
se levantara y comiera con ellos, pero él se negó.
Finalmente, al séptimo día, el niño murió. Los consejeros de David tenían temor de decírselo. «No escuchaba razones cuando el niño estaba
enfermo —se decían—, ¿qué locura hará cuando le digamos que el niño
murió?».
Cuando David vio que susurraban entre sí, se dio cuenta de lo que había
pasado.
—¿Murió el niño? —preguntó.
—Sí —le contestaron—, ya murió.
De inmediato D
avid se levantó del suelo, se lavó, se puso lociones y se
cambió de ropa. Luego fue al tabernáculo a adorar al Señor y después
volvió al palacio donde le sirvieron comida y comió.
Sus consejeros estaban asombrados.
—No lo entendemos —le dijeron—. Mientras el niño aún vivía, lloraba
y rehusaba comer. Pero ahora que el niño ha muerto, usted terminó el
duelo y de nuevo está comiendo.
—Ayuné y lloré —respondió D
avid— mientras el niño vivía porque
me dije: “Tal vez el Señor sea compasivo conmigo y permita que el niño
viva”. Pero ¿qué motivo tengo para ayunar ahora que ha muerto? ¿Puedo
traerlo de nuevo a la vida? Un día yo iré a él, pero él no puede regresar a mí.
Luego David consoló a Betsabé, su esposa, y se acostó con ella. Entonces ella quedó embarazada y dio a luz un hijo, y David lo llamó Salomón.
El Señor amó al niño y mandó decir por medio del profeta Natán que
deberían llamarlo Jedidías (que significa «amado del Señor») como el
Señor había ordenado.
Mientras tanto, Joab luchaba contra la ciudad de Rabá, la capital de Amón,
y tomó las fortificaciones reales. Entonces Joab envió mensajeros a David
para decirle: «He peleado contra Rabá y he capturado el suministro de
agua. Ahora traiga al resto del ejército y tome la ciudad; de lo contrario, yo
seré quien la conquiste y reciba el reconocimiento por la victoria».
Entonces D
avid reunió al resto del ejército y fue a Rabá, peleó contra
la ciudad y la tomó. D
avid quitó la corona de la cabeza del rey y la colocaron sobre la de él. La corona estaba hecha de oro con gemas incrustadas
y pesaba treinta y cuatro kilos. Además, D
avid se llevó un enorme botín
de la ciudad. También hizo esclavos a los habitantes de Rabá y los forzó a
trabajar con sierras, picos y hachas de hierro, y a trabajar en los hornos de
ladrillos. Así trató a la gente de todas las ciudades amonitas. Luego David
regresó a Jerusalén con todo el ejército.
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