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INMERSIÓN
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REINOS
1S
| 16:17–17:15
—Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien
y tráiganlo aquí.
Entonces un siervo le dijo a Saúl:
—Uno de los hijos de Isaí de Belén tiene mucho talento para tocar el
arpa. No solo eso, es un guerrero valiente, un hombre de guerra y de buen
juicio. También es un joven bien parecido y el Señor está con él.
Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaí para decirle: «Envíame a tu hijo
David, el pastor». Isaí hizo caso y envió a su hijo D
avid a Saúl, junto con
un cabrito, un b urro cargado de pan y un cuero lleno de vino.
Así que David llegó a donde estaba Saúl y quedó a su servicio. Saúl llegó
a apreciar mucho a David, y el joven se convirtió en su escudero.
Luego Saúl mandó un recado a Isaí con una petición: «Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho».
Y cada vez que el espíritu atormentador de parte de Dios afligía a Saúl,
David tocaba el arpa. Entonces Saúl se sentía mejor, y el espíritu atormentador se iba.
Los filisteos reunieron su ejército para la batalla y acamparon en Efes-
damim, que queda entre Soco en Judá y Azeca. Saúl respondió reuniendo
a las tropas israelitas cerca del valle de Ela. De modo que los filisteos y
los israelitas quedaron frente a frente en montes opuestos, separados por
el valle.
Luego Goliat, un campeón filisteo de Gat, salió de entre las filas de los
filisteos para enfrentarse a las fuerzas de I srael. ¡Medía casi tres metros de
altura! Llevaba un casco de bronce y su cota de malla, hecha de bronce, pesaba cincuenta y siete kilos. También tenía puestos protectores de bronce
en las piernas y llevaba una jabalina de bronce sobre el hombro. El asta de
su lanza era tan pesada y gruesa como un rodillo de telar, con una punta de
hierro que pesaba casi siete kilos. Su escudero iba delante de él.
Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: «¿Por
qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes
no son más que siervos de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a
pelear conmigo! Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si yo lo
mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos! ¡Hoy desafío a los ejércitos de
Israel! ¡Envíenme a un hombre que me enfrente!». Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados.
Ahora bien, David era hijo de un hombre llamado Isaí, un efrateo de
Belén, en la tierra de Judá. En ese tiempo Isaí era anciano y tenía ocho
hijos. Sus tres hijos mayores —Eliab, Abinadab y Simea— ya se habían
unido al ejército de Saúl para pelear contra los filisteos. D
avid era el menor
de los hijos. Sus tres hermanos mayores se quedaron con el ejército de
Saúl, pero David iba y venía para ayudar a su padre con las ovejas en Belén.
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