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Samue
1S
–REYES
| 10:26–11:11
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Cuando Saúl regresó a su casa en Guibeá lo acompañó un grupo de
hombres a quienes Dios les había tocado el corazón. Sin embargo, había
unos sinvergüenzas que se quejaban: «¿Cómo puede este hombre salvarnos?». Y lo despreciaban y se negaban a llevarle regalos; pero Saúl no les
hizo caso.
[Nahas, rey de los amonitas, había estado oprimiendo gravemente a los
habitantes de Gad y de Rubén que vivían al oriente del río Jordán. Les sacó
el ojo derecho a todos los israelitas que vivían allí, y no permitía que nadie
viniera a rescatarlos. De hecho, de todos los israelitas que vivían al oriente
del río Jordán, no había uno solo a quien Nahas no le hubiera sacado el
ojo derecho. Pero había siete mil hombres que habían escapado de los
amonitas y se habían establecido en Jabes de Galaad].
Como un mes después, el rey Nahas de Amón dirigió a su ejército contra
la ciudad israelita llamada Jabes de Galaad. Pero los habitantes de Jabes
pidieron paz.
—Haz un tratado con nosotros y seremos tus siervos —rogaron.
—Está bien —dijo Nahas—, pero con una sola condición. ¡Le sacaré el
ojo derecho a cada uno de ustedes para deshonrar a todo Israel!
—¡Danos siete días para enviar mensajeros por todo I srael! —respondieron los ancianos de Jabes—. Si nadie viene a salvarnos, aceptaremos
tus condiciones.
Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar. Saúl había estado arando
un campo con sus bueyes y, cuando regresó a la ciudad, preguntó: «¿Qué
les pasa? ¿Por qué están llorando?». Así que le contaron del mensaje de
Jabes.
Entonces el E
spíritu de D
ios vino con poder sobre Saúl y se enojó
mucho. Así que, tomó dos bueyes, los cortó en pedazos y envió mensajeros
para que los llevaran por todo Israel con el siguiente mensaje: «¡Esto es
lo que le pasará a los bueyes del que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a
la batalla!». Entonces el Señor hizo que la gente tuviera miedo del enojo
de Saúl, por lo tanto, todos salieron a la g uerra como un solo hombre.
Cuando Saúl los movilizó en Bezec, se dio cuenta de que había trescientos
mil hombres de Israel y treinta mil de Judá.
Entonces Saúl envió a los mensajeros de regreso a Jabes de Galaad para
decir: «¡Los rescataremos mañana antes del mediodía!». Cuando llegó el
mensaje, ¡hubo gran alegría en toda la ciudad!
Así que los hombres de Jabes dijeron a sus enemigos: «Mañana iremos
a ustedes y podrán hacer con nosotros lo que quieran». Pero a la mañana
siguiente, antes del amanecer, Saúl llegó con su ejército dividido en tres
destacamentos. Entonces atacó por sorpresa a los amonitas y los masacró
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