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Samue
1S
–REYES
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S eñor quien trajo este terrible desastre sobre nosotros. Si no la cruzan,
sabremos que no fue la mano de Dios que causó esta plaga; más bien sucedió por pura casualidad.
Así que llevaron a cabo las instrucciones. Engancharon dos vacas a la
carreta y encerraron sus crías en un c orral. Luego pusieron el arca del
Señor en la carreta junto con el cofre que contenía los tumores y las ratas
de oro. Y efectivamente, las vacas, sin desviarse a ningún lado, siguieron
directo por el camino hacia B
et-semes, mugiendo por todo el camino. Los
gobernantes filisteos las siguieron hasta los límites de Bet-semes.
Ahora bien, los habitantes de Bet-semes estaban cosechando trigo en el
valle y, cuando vieron el arca, ¡se llenaron de alegría! La carreta entró en el
campo de un hombre llamado Josué y se detuvo junto a una roca grande.
Entonces la gente hizo pedazos la madera de la carreta para leña, mató a las
dos vacas y las sacrificó al S eñor como ofrenda quemada. Varios hombres
de la tribu de Leví levantaron de la carreta el arca del S eñor y el cofre
—que contenía las ratas y los tumores de oro— y los pusieron sobre la
roca grande. En ese día el pueblo de Bet-semes ofreció muchos sacrificios
y ofrendas quemadas al Señor. Los cinco gobernantes filisteos observaron todo esto y luego regresaron a Ecrón ese mismo día.
Los cinco tumores de oro enviados por los filisteos al S eñor, como
ofrenda por la culpa, eran regalos de los gobernantes de Asdod, Gaza,
Ascalón, Gat y Ecrón. Las cinco ratas de oro representaban las cinco ciudades filisteas junto con sus aldeas vecinas, que eran controladas por los
cinco gobernantes. La gran roca de B
et-semes, donde colocaron el arca
del Señor, todavía está en el campo de Josué como un testimonio de lo
que sucedió allí.
Pero el Señor mató a setenta hombres de Bet-semes porque miraron
dentro del arca del Señor. Y el pueblo hizo gran duelo por lo que el Señor
había hecho. «¿Quién puede estar en la presencia del Señor, este Dios
santo? —clamaron—. ¿Adónde podremos enviar el arca desde aquí?».
Así que enviaron mensajeros a la gente de Q
uiriat-jearim y le dijeron:
«Los filisteos han devuelto el arca del Señor. ¡Vengan y llévensela!».
Entonces los hombres de Quiriat-jearim fueron por el arca del Señor.
La llevaron a la casa de Abinadab que estaba en las laderas y comisionaron a su hijo Eleazar para que se encargara de ella. El arca permaneció en
Quiriat-jearim mucho tiempo: veinte años en total. Durante ese tiempo
todos los israelitas se lamentaron porque parecía que el S eñor los había
abandonado.
Entonces Samuel le dijo a todo el pueblo de I srael: «Si de todo corazón
desean volver al S eñor, desháganse de sus dioses ajenos y de las imágenes
de Astoret. Dediquen su corazón al S eñor y obedézcanlo solamente a él;
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