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INMERSOS EN MALAQUÍAS
A L G Ú N T I E M P O D E S P U É S de la reconstrucción del templo, gracias a las
llamadas de atención y el estímulo de los profetas Hageo y Zacarías,
Dios envió otro profeta para instar al pueblo a adorarlo adecuadamente.
El mensaje del Señor vino por medio del profeta que conocemos
como Malaquías. Como el nombre del profeta en hebreo significa «mi
mensajero», es posible que no conozcamos su verdadero nombre y que
sencillamente era un mensajero de Dios.
Malaquías usó un enfoque distintivo para traer la palabra de Dios
al pueblo que había regresado del Destierro. Para llamar su atención
sobre asuntos que debían corregirse, hacía una afirmación provocativa,
anticipaba su respuesta defensiva y, luego, respondía a sus objeciones. Por ejemplo, hablando como mensajero de Dios, dice: «¿Debería
el pueblo estafar a Dios? ¡Sin embargo, ustedes me han estafado!».
El profeta imagina la respuesta de la gente: «¿Qué quieres decir?
¿Cuándo te hemos estafado?». Entonces el profeta explica: «Me han
robado los diezmos y ofrendas que me corresponden».
El libro de Malaquías incluye seis intercambios de este tipo con el
pueblo, organizados en un quiasmo:
A Los malvados no prosperarán: Edom no será reconstruida.
B El pueblo no trae las ofrendas correctas: traen animales
defectuosos.
C Preocupación por la justicia: los hombres se divorcian y
abandonan a sus esposas.
C’ Preocupación por la justicia: la gente se queja: «¿Dónde
está la justicia de Dios?».
B’ La gente no trae las ofrendas correctas: no traen el diezmo.
A’ Los malvados no prosperarán: la gente dice que los malvados
no reciben castigo.
También hay una palabra especial de reprensión a los sacerdotes después del segundo intercambio, y una serie de promesas esperanzadoras al final del libro para quienes toman en serio las correcciones de
Malaquías y eligen vivir de una manera que honre a Dios.
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