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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
43:17–44:5
La saliente superior también forma un cuadrado de siete metros con cuarenta centímetros de lado, tiene una zanja de cincuenta y tres centímetros,
un reborde de veintisiete centímetros por alrededor y escalones para subir
al altar por el lado oriental».
Luego me dijo: «Hijo de hombre, esto dice el Señor Soberano: cuando
se construya el altar, estas serán las ordenanzas para quemar las ofrendas y rociar la sangre. En ese tiempo, a los sacerdotes levitas de la familia
de Sadoc, quienes ministran delante de mí, se les dará un becerro para
la ofrenda por el pecado, dice el Señor Soberano. Tomarás parte de la
sangre del animal y con ella untarás los cuatro cuernos del altar, las cuatro
esquinas de la saliente superior y el reborde que rodea la saliente. Esto
limpiará el altar y hará expiación por él. Luego tomarás el becerro para la
ofrenda por el pecado y lo quemarás en el lugar indicado afuera de la zona
del templo.
»El segundo día, sacrificarás como ofrenda por el pecado un cabrito
que no tenga ningún defecto físico. Después, nuevamente limpiarás el altar
y harás expiación por él, tal como hiciste con el becerro. Cuando hayas
terminado con la ceremonia de purificación, ofrecerás otro becerro que
no tenga defectos y un carnero perfecto del rebaño. Se los presentarás al
Señor, y los sacerdotes los rociarán con sal y los ofrecerán como ofrenda
quemada al Señor.
»Diariamente, durante siete días, se sacrificarán un cabrito, un becerro
y un carnero del rebaño como ofrenda por el pecado. Esos animales no
deberán tener ningún defecto físico. Hazlo diariamente, durante siete días,
para limpiar el altar y hacer expiación por él, y así quedará apartado para un
uso santo. A partir del octavo día, los sacerdotes sacrificarán a diario sobre
el altar las ofrendas quemadas y las ofrendas de paz del pueblo. Entonces
los aceptaré a ustedes. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
Luego el hombre me llevó nuevamente a la puerta oriental, ubicada en
el muro exterior de la zona del templo, pero estaba cerrada. Entonces el
Señor me dijo: «Esta entrada debe permanecer cerrada; nunca volverá a
abrirse. Nadie jamás la abrirá ni entrará por ella, pues el Señor, Dios de
Israel, entró por aquí. Por lo tanto, permanecerá siempre cerrada. Únicamente el príncipe podrá sentarse debajo de esta entrada para disfrutar de
una comida en la presencia del Señor; pero solo podrá entrar y salir por
la antesala de la entrada».
Luego el hombre me llevó por la entrada norte hasta el frente del templo.
Miré y vi que la gloria del Señor llenaba el templo del Señor, así que caí
al suelo rostro en tierra.
Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, presta mucha atención.
Usa los ojos y los oídos, y escucha atentamente todo lo que te diga sobre