Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 340
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E ze q uiel
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Entonces dije: «Oh Señor Soberano, ¿es necesario que me contamine
con excremento humano? Pues nunca me he contaminado. Desde que era
niño hasta ahora, jamás comí ningún animal que muriera por enfermedad
o que fuera muerto por otros animales. Jamás probé ninguna carne prohibida por la ley».
«Está bien —dijo el Señor—. Puedes cocinar tu pan con estiércol de
vaca en vez de excremento humano». Luego me dijo: «Hijo de hombre,
haré que escasee el alimento en Jerusalén. Tendrán que racionarlo con
mucho cuidado y lo comerán con temor. El agua se racionará, gota a gota,
y el pueblo la beberá afligido. Por la falta de alimento y de agua, ellos se
mirarán unos a otros llenos de terror, y en su castigo se irán consumiendo.
»Hijo de hombre, toma una espada afilada y úsala como navaja para afeitarte la cabeza y la barba. Toma una balanza y pesa el cabello en tres partes
iguales. Coloca una tercera parte del cabello en el centro del mapa que
hiciste de Jerusalén. Después de representar el ataque a la ciudad, quémalo
allí. Esparce otra tercera parte del cabello por todo el mapa y córtalo con
una espada. Arroja la otra tercera parte al viento, porque yo esparciré a mi
pueblo con la espada. Conserva apenas un poquito del cabello y átalo en
tu túnica. Luego toma algunos de esos cabellos y arrójalos al fuego para
que se consuman. De ese remanente se esparcirá un fuego que destruirá
a todo Israel.
»El Señor Soberano dice: esto es una ilustración de lo que le ocurrirá a
Jerusalén. Yo la puse en el centro de las naciones, pero ella se rebeló contra
mis ordenanzas y decretos, y resultó ser aún más perversa que las naciones
vecinas. Se ha negado a obedecer las ordenanzas y los decretos que le di
para que siguiera.
»Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano al pueblo: te has comportado peor que tus vecinos y te has negado a obedecer mis decretos y ordenanzas. Ni siquiera has vivido a la altura de las naciones que te rodean.
Por lo tanto, ahora, yo mismo, el Señor Soberano, soy tu enemigo. Te
castigaré en público, a la vista de todas las naciones. A causa de tus ídolos detestables, te castigaré como nunca he castigado a nadie ni volveré
a hacerlo jamás. Los padres se comerán a sus propios hijos y los hijos se
comerán a sus padres. Te castigaré, y esparciré a los pocos que sobrevivan
a los cuatro vientos.
»Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, te eliminaré
por completo. No te tendré ninguna lástima porque has contaminado mi
templo con tus imágenes repugnantes y tus pecados detestables. Una tercera parte del pueblo morirá de hambre y de enfermedades en la ciudad.
Otra tercera parte será masacrada por el enemigo fuera de las murallas
de la ciudad. A la otra tercera parte la dispersaré a los cuatro vientos y la