Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 338
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E ze q uiel
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Luego miré y vi que se me acercaba una mano que sostenía un rollo, el
cual él abrió. Entonces vi que estaba escrito en ambos lados con cantos
fúnebres, lamentos y declaraciones de condena.
La voz me dijo: «Hijo de hombre, come lo que te doy, ¡cómete este
rollo! Luego ve y transmite el mensaje a los israelitas». Así que abrí la boca
y él me dio a comer el rollo. «Llénate el estómago con esto», me dijo. Al
comerlo, sentí un sabor tan dulce como la miel.
Luego me dijo: «Hijo de hombre, ve a los israelitas y dales mis mensajes. No te envío a un pueblo de extranjeros que habla un idioma que no
comprendes. No, no te envío a gente que habla un idioma extraño y difícil
de entender. Si te enviara a esas personas, ¡ellas te escucharían! ¡Pero los
israelitas no te escucharán a ti como tampoco me escuchan a mí! Pues
todos y cada uno de ellos son tercos y duros de corazón. Sin embargo,
mira, te he hecho tan obstinado y duro de corazón como ellos. ¡Endurecí
tu frente tanto como la roca más dura! Por lo tanto, no les tengas miedo ni
te asustes con sus miradas furiosas, por muy rebeldes que sean».
Luego agregó: «Hijo de hombre, que todas mis palabras penetren primero en lo profundo de tu corazón. Escúchalas atentamente para tu propio bien. Después ve a tus compatriotas desterrados y diles: “¡Esto dice el
Señor Soberano!”. Hazlo, te escuchen o no».
Luego el Espíritu me levantó y oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba. (¡Alabada sea la gloria del Señor en su lugar!). Era el sonido de
las alas de los seres vivientes al rozarse unas con otras y el retumbar de las
ruedas debajo de ellos.
El Espíritu me levantó y me sacó de allí. Salí amargado y confundido,
pero era fuerte el poder del Señor sobre mí. Luego llegué a la colonia de
judíos desterrados en Tel-abib, junto al río Quebar. Estaba atónito y me
quedé sentado entre ellos durante siete días.
Después de siete días, el Señor me dio el siguiente mensaje: «Hijo de
hombre, te he puesto como centinela para Israel. Cada vez que recibas un
mensaje mío, adviértele a la gente de inmediato. Si les aviso a los perversos:
“Ustedes están bajo pena de muerte”, pero tú no les das la advertencia, ellos
morirán en sus pecados; y yo te haré responsable de su muerte. Si tú les
adviertes, pero ellos se niegan a arrepentirse y siguen pecando, morirán en
sus pecados; pero tú te habrás salvado porque me obedeciste.
»Si los justos se desvían de su conducta recta y no hacen caso a los
obstáculos que pongo en su camino, morirán; y si tú no les adviertes, ellos
morirán en sus pecados. No se recordará ninguno de sus actos de justicia
y te haré responsable de la muerte de esas personas; pero si les adviertes