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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
52:1-17
Sedequías tenía veintiún años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén
once años. Su madre se llamaba Hamutal y era hija de Jeremías, de Libna.
Sin embargo, Sedequías hizo lo malo a los ojos del Señor, igual que Joacim. Estas cosas sucedieron debido al enojo que el Señor tenía contra
la gente de Jerusalén y de Judá, hasta que finalmente los expulsó de su
presencia y los envió al destierro.
Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. Así que el 15 de enero,
durante el noveno año del reinado de Sedequías, Nabucodonosor, rey de
Babilonia, dirigió a todo su ejército contra Jerusalén. Rodearon la ciudad y
construyeron rampas de asalto contra las murallas. Jerusalén estuvo sitiada
hasta el año once del reinado de Sedequías.
Hacia el 18 de julio del año once del reinado de Sedequías, el hambre
en la ciudad ya era muy intensa y se había agotado por completo lo último
que quedaba de alimento. Entonces abrieron una brecha en la muralla de
la ciudad, y todos los soldados huyeron. Como la ciudad estaba rodeada
por los babilonios, esperaron hasta la caída del sol y entonces se deslizaron por la puerta que está entre las dos murallas detrás del jardín real y se
dirigieron al valle del Jordán.
Sin embargo, las tropas babilónicas persiguieron al rey Sedequías y lo
alcanzaron en las llanuras de Jericó, porque todos sus hombres lo habían
abandonado y se habían dispersado. Capturaron al rey y lo llevaron ante
el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allí
el rey de Babilonia dictó sentencia contra Sedequías. El rey de Babilonia
hizo que Sedequías observara mientras masacraba a sus hijos. También
masacró a todos los funcionarios de Judá en Ribla. Luego le sacó los ojos
y lo ató con cadenas de bronce, y el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia.
Sedequías permaneció allí en prisión hasta el día de su muerte.
El 17 de agosto de ese año, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, llegó a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia y funcionario del rey babilónico. Quemó por completo el templo del Señor, el palacio
real y todas las casas de Jerusalén. Destruyó todos los edificios importantes
de la ciudad. Después supervisó a todo el ejército babilónico mientras derribaba por completo las murallas de Jerusalén. Entonces Nabuzaradán, capitán
de la guardia, se llevó cautivos a algunos de los más pobres, al resto de las personas que quedaban en la ciudad, a los desertores que habían jurado lealtad al
rey de Babilonia y al resto de los artesanos; pero Nabuzaradán permitió que
algunos de los más pobres se quedaran para cuidar los viñedos y los campos.
Los babilonios hicieron pedazos las columnas de bronce que estaban
al frente del templo del Señor, las carretas de bronce para llevar agua y
el enorme tazón de bronce llamado el Mar, y se llevaron todo el bronce