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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
42:9–43:6
mandó a buscar a Johanán, hijo de Carea, a los demás líderes militares y a
todo el pueblo, desde el menos importante hasta el más importante. Les
dijo: «Ustedes me enviaron al Señor, Dios de Israel, con su petición y
esta es la respuesta: “Permanezcan aquí en esta tierra. Si lo hacen, los edificaré y no los derribaré; los plantaré y no los desarraigaré. Pues lamento
todo el castigo que tuve que traer sobre ustedes. No teman más al rey de
Babilonia —dice el Señor—. Pues yo estoy con ustedes, los salvaré y los
libraré de su poder. Seré misericordioso con ustedes al hacer que él sea
amable para que les permita quedarse en su propia tierra”.
»Sin embargo, si se niegan a obedecer al Señor su Dios, y dicen: “No
nos quedaremos aquí; sino que iremos a Egipto donde estaremos libres de
guerra, de llamados a las armas y de hambre”, entonces escuchen el mensaje del Señor al remanente de Judá. Esto dice el Señor de los Ejércitos
Celestiales, Dios de Israel: “Si están decididos a irse a Egipto y vivir allí, la
misma guerra y el mismo hambre que temen los alcanzarán, y allí morirán.
Este es el destino que le espera a quien insista en irse a vivir a Egipto. Efectivamente, morirán por guerra, enfermedad y hambre. Ninguno escapará
del desastre que traeré sobre ustedes allí”.
»Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Así
como se derramó mi enojo y mi furia sobre la gente de Jerusalén, así se
derramará sobre ustedes cuando entren a Egipto. Serán objeto de condenación, de horror, de maldición y de burla; y nunca más volverán a ver su
tierra natal”.
»Escuchen, ustedes que forman el remanente de Judá. El Señor les
ha dicho: “¡No se vayan a Egipto!”. No olviden la advertencia que hoy
les di. Pues no fueron sinceros cuando me enviaron a orar al Señor su
Dios por ustedes. Dijeron: “Solo dinos lo que el Señor nuestro Dios dice
¡y lo haremos!”. Hoy les he transmitido exactamente lo que él dijo, pero
ahora ustedes no obedecerán al Señor su Dios más que en el pasado. Así
que tengan por seguro que morirán por guerra, enfermedad y hambre en
Egipto, donde ustedes insisten en ir».
Cuando Jeremías terminó de dar este mensaje del Señor su Dios a todo
el pueblo, Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carea, y los demás
hombres arrogantes le dijeron a Jeremías: «¡Mentira! ¡El Señor nuestro
Dios no nos ha prohibido ir a Egipto! Baruc, hijo de Nerías, te ha convencido para que digas esto, porque él quiere que nos quedemos aquí para que
los babilonios nos maten o nos lleven al destierro».
Entonces Johanán, los demás líderes militares y todo el pueblo se negaron a obedecer la orden del Señor de permanecer en Judá. Johanán y los
otros líderes se llevaron con ellos a toda la gente que había regresado de
los países vecinos adonde habían huido. En la multitud había hombres,
mujeres y niños, las hijas del rey y todos los que Nabuzaradán, capitán de