Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 268
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mentiras descaradas que llevan a mi pueblo a pecar. Yo no los envié ni los
nombré, y no tienen ningún mensaje para mi pueblo. ¡Yo, el Señor, he
hablado!
»Supongamos que alguien del pueblo o uno de los profetas o sacerdotes
te pregunta: “Y ahora, ¿qué profecía te ha encargado el Señor?”. Debes
responder: “¡Ustedes son la carga! ¡El Señor dice que los abandonará!”.
»Si algún profeta, sacerdote o alguien más dice: “Tengo una profecía del
Señor”, castigaré a tal persona junto con toda su familia. Ustedes deberán
preguntarse el uno al otro: “¿Cuál es la respuesta del Señor?” o “¿Qué dice
el Señor?”. Ya dejen de usar esta frase: “Una profecía del Señor”. La gente
la usa para darle importancia a sus propias ideas, tergiversando las palabras
de nuestro Dios, el Dios viviente, el Señor de los Ejércitos Celestiales.
»Esto deberás decir a los profetas: “¿Cuál es la respuesta del Señor?”
o “¿Qué dice el Señor?”. Pero supongamos que responden: “¡Esta es una
profecía del Señor!”. Entonces deberás decir: “Esto dice el Señor: ‘Debido a que han usado la frase “una profecía del Señor”, aun cuando les
advertí que no la usaran, me olvidaré de ustedes por completo. Los expulsaré de mi presencia, junto con esta ciudad que les di a ustedes y a sus
antepasados. Los haré objeto de burla y su nombre será infame a lo largo
de los siglos’”».
Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Joaquín, hijo
de Joacim, rey de Judá, a Babilonia, junto con las autoridades de Judá y
todos los artífices y los artesanos, el Señor me dio la siguiente visión. Vi
dos canastas de higos colocadas frente al templo del Señor en Jerusalén.
Una canasta estaba llena de higos frescos y maduros, mientras que la otra
tenía higos malos, tan podridos que no podían comerse.
Entonces el Señor me preguntó:
—¿Qué ves, Jeremías?
—Higos —contesté—, algunos muy buenos y otros muy malos, tan
podridos que no pueden comerse.
Entonces el Señor me dio este mensaje: «Esto dice el Señor, Dios
de Israel: los higos buenos representan a los desterrados que yo envié de
Judá a la tierra de los babilonios. Velaré por ellos, los cuidaré y los traeré
de regreso a este lugar. Los edificaré y no los derribaré. Los plantaré y no
los desarraigaré. Les daré un corazón que me reconozca como el Señor.
Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo
corazón.
»Sin embargo, los higos malos —dijo el Señor— representan al rey
Sedequías de Judá, a sus funcionarios, a todo el pueblo que quedó en