Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 240
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J erem í as
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¿No habría de castigarlos por eso? —dice el Señor—.
¿No habría de tomar venganza contra semejante nación?».
Lloraré por las montañas
y gemiré por los pastos del desierto;
pues están desolados y no tienen vida.
Ya no se escucha el mugido del ganado;
todas las aves y los animales salvajes han huido.
«Haré de Jerusalén un montón de ruinas —dice el Señor—,
y será un lugar frecuentado por chacales.
Las ciudades de Judá serán abandonadas,
y nadie vivirá en ellas».
¿Quién tiene suficiente sabiduría para entender todo esto? ¿Quién ha
sido instruido por el Señor y puede explicárselo a otros? ¿Por qué ha sido
tan arruinada esta tierra que nadie se atreve a viajar por ella?
El Señor contesta: «Esto sucedió porque mi pueblo abandonó mis instrucciones; se negó a obedecer lo que dije. En cambio, se pusieron tercos
y siguieron sus propios deseos y rindieron culto a imágenes de Baal, como
les enseñaron sus antepasados. Así que ahora esto dice el Señor de los
Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ¡mira!, los alimentaré con amargura
y les daré veneno para beber. Los esparciré por todo el mundo, a lugares
que ni ellos ni sus antepasados han oído nombrar, y aun allí los perseguiré
con espada hasta que los haya destruido por completo».
Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Piensa en todo esto y llama a las que se les paga por llorar;
manda traer a las mujeres que lloran en los funerales.
¡Rápido! ¡Comiencen a llorar!
Que las lágrimas fluyan de sus ojos.
Escuchen a los habitantes de Jerusalén llorando desesperados:
“¡Estamos arruinados! ¡Estamos totalmente humillados!
Tenemos que abandonar nuestra tierra,
porque derribaron nuestras casas”».
Escuchen, ustedes mujeres, las palabras del Señor;
abran sus oídos a lo que él tiene que decir.
Enseñen a sus hijas a gemir;
enséñense unas a otras a lamentarse.
Pues la muerte se ha deslizado a través de nuestras ventanas
y ha entrado a nuestras mansiones.
Ha acabado con la flor de nuestra juventud:
los niños ya no juegan en las calles,
y los jóvenes ya no se reúnen en las plazas.