Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 214
Ha b acuc
3:3-13
En este momento de profunda necesidad,
ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado.
Y en tu enojo,
recuerda tu misericordia.
»¡Veo a Dios cruzando el desierto de Edom;
el Santo viene desde el monte Parán!
Su brillante esplendor llena los cielos,
y la tierra se llena de su alabanza.
Su llegada es tan radiante como la salida del sol.
Rayos de luz salen de sus manos,
donde se esconde su imponente poder.
La pestilencia marcha delante de él;
la plaga lo sigue de cerca.
Cuando él se detiene, la tierra se estremece.
Cuando mira, las naciones tiemblan.
Él derrumba las montañas perpetuas
y arrasa las antiguas colinas.
¡Él es el Eterno!
Veo al pueblo de Cusán en angustia
y a la nación de Madián temblando de terror.
»¿Estabas enojado, Señor, cuando golpeaste los ríos
y dividiste el mar?
¿Estabas disgustado con ellos?
¡No! ¡Enviabas tus carros de salvación!
Blandiste tu arco
y tu aljaba de flechas.
Partiste la tierra con caudalosos ríos.
Las montañas observaron y temblaron.
Avanzaron las tempestuosas aguas.
Las profundidades del mar rugieron
levantando sus manos en sumisión.
El sol y la luna se detuvieron en el cielo
cuando volaron tus radiantes flechas
y brilló tu deslumbrante lanza.
»Con enojo marchaste a través de la tierra
y con furor pisoteaste las naciones.
Saliste a rescatar a tu pueblo elegido,
a salvar a tus ungidos.
Aplastaste las cabezas de los perversos
y descarnaste sus huesos de pies a cabeza.
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