Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 164
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I sa í as
Pronto quedarán libres los cautivos.
¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino!
Pues yo soy el Señor tu Dios,
que agito el mar haciendo que rujan las olas.
Mi nombre es Señor de los Ejércitos Celestiales.
Y he puesto mis palabras en tu boca
y te he escondido a salvo dentro de mi mano.
Yo extendí el cielo como un dosel
y puse los cimientos de la tierra.
Yo soy el que le dice a Israel:
“¡Tú eres mi pueblo!”».
¡Despierta, oh Jerusalén, despierta!
Has bebido la copa de la furia del Señor.
Has bebido la copa del terror;
la has vaciado hasta la última gota.
Ni uno de tus hijos queda con vida
para tomarte de la mano y guiarte.
Estas dos calamidades te han ocurrido:
la desolación y la destrucción, el hambre y la guerra.
Y ¿quién ha quedado para compadecerse de ti?
¿Quién ha quedado para consolarte?
Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles,
tan indefensos como antílopes atrapados en una red.
El Señor ha derramado su furia;
Dios los ha reprendido.
Pero ahora escuchen esto, ustedes los afligidos,
que están completamente borrachos,
aunque no por haber bebido vino.
Esto dice el Señor Soberano,
su Dios y Defensor:
«Miren, yo les quité de las manos la copa aterradora;
ya no beberán más de mi furia.
En cambio, entregaré esa copa a quienes los atormentan,
a los que dijeron: “Los pisotearemos en el polvo
y caminaremos sobre sus espaldas”».
¡Despierta, oh Sión, despierta!
Vístete de fuerza.
Ponte tus ropas hermosas, oh ciudad santa de Jerusalén,
porque ya no volverá a entrar por tus puertas la gente impura que
no teme a Dios.
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