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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
Trabaja con el cincel y el cepillo
y lo talla formando una figura humana.
Le da belleza humana
y lo pone en un pequeño santuario.
Corta cedros;
escoge cipreses y robles;
planta pinos en el bosque
para que la lluvia los alimente.
Luego usa parte de la madera para hacer fuego,
y con esto se calienta y hornea su pan.
Después, aunque parezca increíble, toma lo que queda
y se hace un dios para rendirle culto;
hace un ídolo
y se inclina ante él.
Quema parte del árbol para asar la carne
y para darse calor.
Dice: «Ah, ¡qué bien se siente uno con este fuego!».
Luego toma lo que queda
y hace su dios: ¡un ídolo tallado!
Cae de rodillas ante el ídolo,
le rinde culto y le reza.
«¡Rescátame! —le dice—.
¡Tú eres mi dios!».
¡Cuánta estupidez y cuánta ignorancia!
Tienen los ojos cerrados y no pueden ver;
tienen la mente cerrada y no pueden pensar.
La persona que hizo el ídolo nunca se detiene a reflexionar:
«¡Vaya, es solo un pedazo de madera!
Quemé la mitad para tener calor
y la usé para cocer el pan y asar la carne.
¿Cómo es posible que lo que queda sea un dios?
¿Acaso debo inclinarme a rendir culto a un pedazo
de madera?».
El pobre iluso se alimenta de cenizas;
confía en algo que no puede ayudarlo en absoluto.
Sin embargo, no es capaz de preguntarse:
«Este ídolo que tengo en la mano, ¿no será una mentira?».
«Presta atención, oh Jacob,
porque tú eres mi siervo, oh Israel.
Yo, el Señor, te hice
y no te olvidaré.
44:14-21