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L as h istorias q ue f orman la gran H I S T O R I A
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ni para el resto del mundo, hasta que sean resueltos el mal y la injusticia. El
juicio es parte de poner las cosas en orden.
El fracaso de Israel es fundamental para la gran historia. Israel fue llamado a ser el medio por el que Dios salvaría al mundo, pero ahora el grupo
de rescate necesita ser rescatado. Todo lo que Dios había planeado para su
pueblo —y en realidad, para toda la creación— ahora está en duda.
Dios ve todo lo que ha salido mal. Pero la injusticia, la violencia y la
muerte no tendrán la última palabra, no en la historia de Dios. Dios tiene
otra promesa. A través de sus profetas, Dios trae la visión de un nuevo
futuro, uno que está en línea con su propósito original. Establecerá un
nuevo pacto, uno que complete y supere todos los pactos anteriores. Dios
mismo volverá a su pueblo y lo restaurará, y ellos serán la luz que siempre
debieron ser. Así que siguen orando y adorando, y esperan con ansias el
cumplimiento de una promesa más.
4. La historia de Jesús el Mesías
Para el primer siglo d. C., Israel ya venía sufriendo bajo gobiernos extranjeros durante siglos. Ahora, bajo el dominio del Imperio romano, el pueblo
de Dios está dividido sobre cómo reaccionar. Grupos fanáticos propugnan
la rebelión violenta. Muchos maestros y líderes religiosos instan a la gente
a seguir con más rigor el modo de vida distintivo determinado por la ley
de Dios. Y quienes administran el templo de Jerusalén sobreviven haciendo
concesiones con los jefes romanos.
El antiguo profeta de Israel, Isaías, había predicho un tiempo cuando llegaría un mensajero a Jerusalén proclamando la buena noticia de que finalmente Dios está regresando y que su pueblo será salvado. Pero Roma tenía
su propia versión de la buena noticia, y no se trataba del Dios de Israel. El
evangelio del imperio tenía que ver con las grandes bendiciones que traería
su propio líder poderoso, Augusto César. Él es, decían, «un salvador para
nosotros y nuestros descendientes, que terminará con la guerra, y pondrá
orden en todas partes. El nacimiento del dios Augusto fue para el mundo el
comienzo de las buenas noticias que han venido a los hombres por medio
de él» (tomado de la Inscripción del Calendario de Priene en Asia Menor,
aproximadamente del año 9 a. C.).
En ese contexto, nace un niño en Israel. Es descendiente del rey David,
pero viene de una familia humilde. Un ángel habla a su madre, María, antes
de su nacimiento. Le dice que su niño es el que fue prometido hace mucho
tiempo, que es el muy esperado Mesías, el rey de Israel y Aquel que completará su historia. Es llamativo que el relato de las Escrituras sobre el
ministerio de Jesús repite detalles de la historia de Israel.
Antes del éxodo de Israel, el faraón mandó a matar a muchos bebés
israelitas, pero el futuro libertador de Israel, el bebé Moisés, escapó de la
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