Inmersion Origenes - Flipbook - Página 353
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D euteronomio
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soy el que hiere y el que sana.
¡Nadie puede ser librado de mi mano poderosa!
Ahora levanto mi mano al cielo
y declaro: ‘Tan cierto como que yo vivo,
cuando afile mi espada reluciente
y comience a hacer justicia,
me vengaré de mis enemigos
y daré su merecido a los que me rechazan.
Haré que mis flechas se emborrachen de sangre,
y mi espada devorará carne:
la sangre de los masacrados y cautivos,
y las cabezas de los jefes enemigos’”.
»Alégrense con él, oh cielos,
y que lo adoren todos los ángeles de Dios.
Alégrense con su pueblo, oh gentiles,
y que todos los ángeles se fortalezcan en él.
Pues él vengará la sangre de sus hijos,
cobrará venganza de sus enemigos.
Dará su merecido a los que lo odian
y limpiará la tierra de su pueblo».
Entonces M
oisés fue con Josué, hijo de Nun, y recitó todas las palabras
de ese canto al pueblo.
Cuando Moisés terminó de recitar todas esas palabras al pueblo de
Israel, agregó: «Toma en serio cada una de las advertencias que te hice
hoy. Transmítelas como una orden a tus hijos, para que obedezcan cada
palabra de esas instrucciones. No son palabras vacías; ¡son tu vida! Si las
obedeces, disfrutarás de muchos años en la tierra que poseerás al cruzar
el río Jordán».
Ese mismo día, el S eñor le dijo a M
oisés: «Ve a Moab, a las montañas
que están al oriente del río, y sube el monte Nebo, que está frente a Jericó.
Contempla la tierra de Canaán, la tierra que le doy al pueblo de Israel
como su preciada posesión. Entonces morirás allí, en la montaña. Te reunirás con tus antepasados tal como tu hermano Aarón, quien murió en el
monte Hor y se reunió con sus antepasados. Pues los dos me traicionaron
ante los israelitas en las aguas de Meriba en Cades, en el desierto de Zin.
Allí ustedes no le demostraron mi santidad al pueblo de Israel. Así que
verás la t ierra desde lejos, pero no podrás entrar en la tierra que le doy al
pueblo de Israel».
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