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INMERSIÓN
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ORÍGENES
17:11–18:11
fin a las quejas contra mí y evitará más muertes». Y Moisés hizo lo que el
Señor le ordenó.
Entonces el pueblo de Israel le dijo a M
oisés: «¡Estamos perdidos!
¡Moriremos! ¡Estamos arruinados! Cualquiera que tan siquiera se acerque al tabernáculo del S eñor morirá. ¿Acaso estamos todos condenados
a morir?».
Luego el Señor le dijo a Aarón: «Tú, tus hijos y tus parientes de la tribu de
Leví serán los responsables de cualquier ofensa relacionada con el santuario; pero solo tú y tus hijos serán los responsables de las faltas relacionadas
con el sacerdocio.
»Trae a tus parientes de la tribu de Leví —tu tribu patriarcal— para
que te ayuden, a ti y a tus hijos, a realizar los deberes sagrados delante del
tabernáculo del pacto. Sin embargo, cuando los levitas realicen los deberes
asignados en el tabernáculo, deberán tener cuidado de no acercarse a los
objetos sagrados ni al altar. Si lo hacen, tanto tú como ellos morirán. Los
levitas te ayudarán con el cumplimiento de sus responsabilidades del cuidado y el mantenimiento del tabernáculo, pero no podrá ayudarte ninguna
persona que no esté autorizada.
»Ustedes realizarán los deberes sagrados dentro del santuario y en el
altar. Si siguen estas instrucciones, el enojo del S eñor nunca jamás se
encenderá contra el pueblo de Israel. Yo mismo escogí a tus hermanos
levitas de entre los israelitas para que sean tus ayudantes especiales. Ellos
son un regalo para ti, dedicados al S eñor para servir en el tabernáculo;
pero tú y tus hijos, los sacerdotes, deben llevar a cabo, personalmente,
todos los rituales sacerdotales relacionados con el altar y con todo lo que
está detrás de la cortina interior. Yo te doy el sacerdocio como un privilegio de servicio. Cualquier persona que se acerque al santuario sin estar
autorizada, será ejecutada».
El Señor le dio más instrucciones a Aarón: «Yo mismo te he puesto a
cargo de todas las ofrendas sagradas que me trae el pueblo de Israel. A ti
y a tus hijos les he dado todas estas ofrendas consagradas como su porción perpetua. A ti te c orresponde la porción de las ofrendas sumamente
santas que no se quema en el fuego. Esta porción de todas las ofrendas
sumamente santas —las ofrendas de grano, las ofrendas por el pecado y
las ofrendas por la culpa— será sumamente santa y te pertenece a ti y a tus
hijos. La comerás como una ofrenda sumamente santa. Todo varón puede
comer de ella y deben tratarla como sumamente santa.
»También te pertenecen todas las ofrendas sagradas y las ofrendas especiales que los israelitas me presenten al levantarlas ante el altar. Yo te las he
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