Inmersion Origenes - Flipbook - Página 237
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N ú meros
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Entonces M
oisés, Aarón y los jefes de Israel anotaron en una lista a
todos los levitas por sus clanes y familias. Todos los hombres de entre
treinta y cincuenta años que cumplían los requisitos necesarios para servir en el tabernáculo y para transportarlo sumaban 8580. Cuando registraron sus nombres, a cada hombre se le asignó su tarea y se le dijo lo
que debía transportar, tal como el Señor había ordenado por medio de
Moisés.
Así se completó el registro, tal como el Señor le había ordenado a
Moisés.
El Señor dio las siguientes instrucciones a Moisés: «Ordena al pueblo
de Israel que saque del campamento a toda persona que tenga una enfermedad de la piel o un flujo, o a quien haya quedado ceremonialmente impuro por tocar un cadáver. Esta orden debe aplicarse de la misma manera
a hombres y a mujeres. Sácalos para que no contaminen el campamento
donde yo habito en medio de ellos». Entonces los israelitas hicieron lo
que el Señor le había ordenado a Moisés y sacaron a tales personas del
campamento.
Así que el Señor le dijo a Moisés: «Da al pueblo de Israel las siguientes
instrucciones: si alguien del pueblo —sea hombre o mujer— traiciona
al Señor al hacerle mal a otra persona, esta persona es culpable. Deberá
confesar su pecado, restituir completamente el daño hecho más un veinte
por ciento adicional y darlo a la persona que perjudicó. Pero si la persona
perjudicada está muerta y no hay ningún pariente cercano a quien pagarle
el daño, el pago le pertenece al Señor y deberá dárselo al sacerdote. Además, el culpable llevará un carnero como sacrificio por el pecado y será
purificado y hecho justo ante el Señor. Todas las ofrendas sagradas que
los israelitas lleven a un sacerdote le pertenecen a él. Cada sacerdote puede
quedarse con todos los donativos sagrados que reciba».
El Señor le dijo a M
oisés: «Da al pueblo de I srael las siguientes instrucciones.
»Supongamos que la esposa de un hombre se descarría y le es infiel a
su marido, y tiene relaciones sexuales con otro hombre sin que lo sepa
su esposo ni nadie más. Ella se contaminó aunque no hubo testigos y no
fue sorprendida en el acto. Si su esposo siente celos, y sospecha de ella
y necesita saber si ella se ha contaminado o no, el esposo debe llevarla
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