Inmersion Origenes - Flipbook - Página 159
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maten a todos, incluso a sus hermanos, amigos y vecinos”». Entonces
los levitas obedecieron la orden de Moisés, y ese día murieron unas tres
mil personas.
Entonces Moisés les dijo a los levitas: «Hoy se consagraron a sí mismos para el servicio del Señor, porque lo obedecieron aun cuando tuvieron que matar a sus propios hijos y hermanos. Hoy se ganaron una
bendición».
Al día siguiente, Moisés les dijo a los israelitas: «Ustedes cometieron un
terrible pecado, pero yo subiré de nuevo al monte a encontrarme con el
Señor. Quizá pueda lograr que él les perdone este pecado».
Entonces Moisés volvió a donde estaba el Señor y dijo:
—Qué terrible pecado cometió este pueblo; se hicieron dioses de oro.
Ahora, si solo perdonaras su pecado; pero si no, ¡borra mi nombre del
registro que has escrito!
Pero el S eñor respondió a Moisés:
—No, yo borraré el nombre de todo aquel que haya pecado contra mí.
Ahora ve y lleva al pueblo al lugar del que te hablé. Mi ángel irá delante de
ti. Cuando llegue el día de pedirles cuentas a los israelitas, ciertamente los
haré responsables de sus pecados.
Después, el Señor envió una terrible plaga sobre ellos porque habían
rendido culto al becerro que hizo Aarón.
El Señor le dijo a Moisés: «Váyanse, tú y el pueblo que sacaste de la
tierra de Egipto. Suban a la t ierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob.
A ellos les dije: “Daré esta t ierra a sus descendientes”. Enviaré un ángel
delante de ti para expulsar a los cananeos, los amorreos, los hititas, los
ferezeos, los heveos y los jebuseos. Suban a la tierra donde fluyen la leche
y la miel. Sin embargo, yo no los acompañaré, porque son un pueblo terco
y rebelde. Si lo hiciera, seguramente los destruiría en el camino».
Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan duras, hicieron duelo y
dejaron de usar joyas y ropa fina. Pues el Señor había dicho a Moisés que
les dijera: «Ustedes son un pueblo terco y rebelde. Si yo los acompañara,
aunque fuera un solo instante, los destruiría en el camino. Quítense las
joyas y la ropa fina mientras decido qué hacer con ustedes». Así que, desde
el momento que partieron del monte Sinaí, los israelitas dejaron de usar
joyas y de ponerse ropa fina.
oisés tenía la costumbre de armar la carpa de reunión a cierta distanM
cia del campamento y toda persona que quería hacer alguna petición al
Señor iba a la carpa de reunión que estaba fuera del campamento.
Cada vez que M
oisés se dirigía a la carpa de reunión, toda la gente se
levantaba y permanecía de pie a la entrada de su propia carpa. Todos
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