Inmersion Origenes - Flipbook - Página 115
É x odo
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Entonces Moisés y Aarón fueron a ver al faraón e hicieron lo que el
S eñor les había ordenado. Aarón tiró su vara al suelo delante del faraón
y de sus funcionarios, ¡y la vara se convirtió en una serpiente! Entonces el
faraón llamó a sus sabios y a sus hechiceros, y los magos egipcios hicieron
lo mismo con sus artes mágicas: tiraron sus varas al suelo, ¡y las varas también se convirtieron en serpientes! Pero la vara de Aarón se tragó las varas
de ellos. Sin embargo, el corazón del faraón siguió endurecido. Continuó
negándose a escucharlos, tal como el Señor había dicho.
Luego el Señor le dijo a Moisés: «El corazón del faraón es obstinado,
y todavía se niega a dejar salir al pueblo. Así que irás a ver al faraón por
la mañana, cuando descienda al río. Párate junto a la ribera del río Nilo
para encontrarte allí con él. No te olvides de llevar contigo la vara que se
convirtió en serpiente. Luego anúnciale lo siguiente: “El Señor, Dios de
los hebreos, me envió a decirte: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore
en el desierto’. Hasta ahora te has negado a escucharlo; por lo tanto, esto
dice el Señor: ‘Te mostraré que yo soy el Señor’. ¡Mira! Con esta vara
que tengo en la mano golpearé el agua del Nilo, y el río se convertirá en
sangre. Los peces del río morirán, y el río apestará y los egipcios no podrán
beber agua del Nilo”».
Luego el Señor le dijo a Moisés: «Dile a Aarón: “Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto —todos sus ríos, canales, estanques y depósitos de agua—; convierte toda el agua en sangre. En todo
Egipto el agua se transformará en sangre, incluso el agua almacenada en
vasijas de madera y en tinajas de piedra”».
Moisés y Aarón hicieron tal como el Señor les ordenó. A la vista del
faraón y de todos sus funcionarios, Aarón extendió su vara y golpeó el
agua del Nilo. De repente, ¡todo el río se convirtió en sangre! Murieron
los peces del río y el agua quedó tan asquerosa que los egipcios no podían beberla. Había sangre por todas partes en la tierra de Egipto. Pero los
magos de Egipto volvieron a usar sus artes mágicas y también convirtieron
el agua en sangre. De modo que el corazón del faraón siguió endurecido y
se negó a escuchar a M
oisés y a Aarón, tal como el S eñor había dicho. El
faraón regresó a su palacio y no le prestó más atención al asunto. Entonces
los egipcios cavaron en las riberas del río en busca de agua potable, porque
no podían beber el agua del Nilo.
Siete días pasaron desde el momento en que el Señor hirió el Nilo.
Entonces el S eñor le dijo a M
oisés: «Regresa a ver al faraón y anúnciale
lo siguiente: “Esto dice el Señor: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore.
Si te niegas a dejarlo ir, enviaré una plaga de ranas por todo tu territorio.
El río Nilo se colmará de ranas. Saldrán del río y se meterán en tu palacio,
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