Inmersion Mesias - Flipbook - Página 63
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L u cas – H E C H O S
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Luego Jesús entró en el templo y comenzó a echar a los que vendían ani
males para los sacrificios. Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo
será una casa de oración”, pero ustedes lo han convertido en una cueva de
ladrones».
Después de eso, enseñó todos los días en el templo, pero los principales
sacerdotes y los maestros de la ley religiosa, junto con los otros líderes
del pueblo, comenzaron a planificar cómo matarlo; pero no se les o curría
nada, porque el pueblo prestaba mucha atención a cada palabra que él
decía.
Cierto día, mientras J esús enseñaba a la gente y predicaba la B
uena N
oticia
en el templo, los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y
los ancianos se le acercaron.
—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas? —le reclamaron—.
¿Quién te dio el derecho?
—Primero, déjenme hacerles una pregunta —les respondió él—. La
autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era meramente
humana?
Ellos discutieron el asunto unos con otros: «Si decimos que provenía
del cielo, preguntará por qué nosotros no le creímos a Juan, pero si deci
mos que era meramente humana, la gente nos apedreará, porque están
convencidos de que Juan era un profeta». Entonces finalmente contesta
ron que no sabían.
Jesús respondió:
—Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.
J esús se dirigió nuevamente a la gente y les contó la siguiente historia: «Un
hombre plantó un viñedo, lo alquiló a unos agricultores arrendatarios y se
mudó a vivir a otro país por varios años. Llegado el tiempo de la cosecha
de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha;
pero los agricultores atacaron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron
de regreso con las manos vacías. Así que el dueño envió a otro siervo, pero
a este también lo insultaron, le dieron una paliza y lo despacharon con las
manos vacías. Entonces envió a un tercer hombre, a quien lastimaron y
echaron a patadas.
»“¿Qué haré? —se preguntó el dueño—. ¡Ya sé! Enviaré a mi querido
hijo. Sin duda a él lo respetarán”.
»Sin embargo, cuando los agricultores vieron al hijo, se dijeron unos a
otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos que
daremos con la propiedad!”. Entonces lo arrastraron fuera del viñedo y lo
asesinaron.
»¿Qué creen ustedes que hará con ellos el dueño del viñedo? —preguntó
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