Inmersion Mesias - Flipbook - Página 519
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A p ocali p sis
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«Así es como la gran ciudad de Babilonia
será derribada con violencia
y nunca más se encontrará.
Nunca más se oirá en ti
el sonido de las arpas, los cantantes, las flautas y las trompetas.
No se encontrarán en ti
ni artesanos ni comercio,
ni se volverá a oír
el sonido del molino.
Nunca más brillará en ti
la luz de una lámpara
ni se oirán las felices voces
de los novios y las novias.
Pues tus comerciantes eran los grandes del mundo,
y tú engañaste a las naciones con tus hechicerías.
La sangre de los profetas y del pueblo santo de Dios corrió en tus
calles,
junto con la sangre de gente masacrada por todo el mundo».
Después de esto, oí algo en el cielo que parecía las voces de una inmensa
multitud que gritaba:
«¡Alabado sea el Señor!
La salvación, la gloria y el poder le pertenecen a nuestro Dios.
Sus juicios son verdaderos y justos.
Él ha castigado a la gran prostituta
que corrompió a la tierra con su inmoralidad.
Él ha vengado la muerte de sus siervos».
Y otra vez, sus voces resonaron:
«¡Alabado sea el Señor!
¡El humo de esa ciudad subirá por siempre jamás!».
Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se pos
traron y adoraron a D
ios, que estaba sentado en el trono. Exclamaron:
«¡Amén! ¡Alabado sea el Señor!».
Y del trono salió una voz que dijo:
«Alaben a nuestro Dios
todos sus siervos
y todos los que le temen,
desde el más insignificante hasta el más importante».
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