Inmersion Mesias - Flipbook - Página 513
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A p ocali p sis
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Y vi a otro ángel, que volaba por el cielo y llevaba la eterna Buena Noticia
para proclamarla a los que pertenecen a este mundo: a todo pueblo y toda
nación, tribu y lengua. «Teman a D
ios —gritaba—. Denle gloria a él, por
que ha llegado el tiempo en que ocupe su lugar como juez. Adoren al que
hizo los cielos, la tierra, el mar y todos los manantiales de agua».
Luego otro ángel lo siguió por el cielo mientras gritaba: «Babilonia ha
caído —cayó esa gran ciudad— porque hizo que todas las naciones del
mundo bebieran el vino de su apasionada inmoralidad».
Después un tercer ángel los siguió mientras gritaba: «Todo el que
adore a la bestia y a su estatua o acepte su marca en la frente o en la mano
tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha servido sin diluir en
la copa del furor de Dios. Ellos serán atormentados con fuego y azufre
ardiente en presencia de los ángeles santos y del C
ordero. El humo de
su tormento subirá por siempre jamás, y no tendrán alivio ni de día ni
de noche, porque adoraron a la bestia y a su estatua y aceptaron la marca
de su nombre».
Esto significa que el pueblo de D
ios tiene que soportar la persecución
con paciencia, obedeciendo sus mandamientos y manteniendo la fe en
Jesús.
Y oí una voz del cielo que decía: «Escribe lo siguiente: benditos son los
que de ahora en adelante mueran en el Señor. El Espíritu dice: “Sí, ellos
son en verdad benditos, porque descansarán de su arduo trabajo, ¡pues sus
buenas acciones los siguen!”».
Entonces vi una nube blanca y sentado en la nube estaba alguien parecido
al Hijo del Hombre. Tenía una corona de oro en la cabeza y en la mano
una hoz afilada.
Entonces vino otro ángel desde el templo y le gritó al que estaba sentado
en la nube: «Da rienda suelta a la hoz, porque ha llegado el tiempo para
cosechar; ya está madura la cosecha en la tierra». Y el que estaba sentado
en la nube pasó la hoz sobre la tierra, y toda la tierra fue cosechada.
Después vino otro ángel desde el templo que está en el cielo, y él tam
bién tenía una hoz afilada. Luego otro ángel, que tenía poder para destruir
con fuego, vino desde el altar y le gritó al ángel que tenía la hoz afilada:
«Pasa ahora tu hoz y junta los racimos de los viñedos de la tierra, porque
las uvas ya están maduras para el juicio». Así que el ángel pasó su hoz sobre
la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de D
ios. Las uvas fueron
pisadas en el lagar fuera de la ciudad, y del lagar brotó un río de sangre
de unos trescientos kilómetros de largo que llegaba hasta los frenos de
un caballo.
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