Inmersion Mesias - Flipbook - Página 460
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INMERSIÓN
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MESÍAS
11:12-34
agregó—: Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero ahora iré a
despertarlo.
—Señor —dijeron los discípulos—, si se ha dormido, ¡pronto se pon
drá mejor!
Ellos pensaron que Jesús había querido decir que Lázaro solo estaba
dormido, pero Jesús se refería a que Lázaro había muerto.
Por eso les dijo claramente:
—Lázaro está muerto. Y, por el bien de ustedes, me alegro de no haber
estado allí, porque ahora ustedes van a creer de verdad. Vamos a verlo.
Tomás, al que apodaban el Gemelo, les dijo a los otros discípulos:
«Vamos nosotros también y moriremos con Jesús».
Cuando J esús llegó a Betania, le dijeron que Lázaro ya llevaba cuatro
días en la tumba. Betania quedaba solo a unos pocos kilómetros de Jeru
salén, y mucha gente se había acercado para consolar a Marta y a María
por la pérdida de su hermano. Cuando Marta se enteró de que J esús estaba
por llegar, salió a su encuentro, pero María se quedó en la casa. Marta le
dijo a J esús:
—Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto;
pero aun ahora, yo sé que Dios te dará todo lo que pidas.
Jesús le dijo:
—Tu hermano resucitará.
—Es cierto —respondió Marta—, resucitará cuando resuciten todos,
en el día final.
Jesús le dijo:
—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después
de haber muerto. Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá. ¿Lo
crees, Marta?
—Sí, Señor —le dijo ella—. Siempre he creído que tú eres el M
esías, el
Hijo de Dios, el que ha venido de Dios al mundo.
Luego Marta regresó adonde estaba María y los que se lamentaban. La
llamó aparte y le dijo: «El Maestro está aquí y quiere verte». Entonces
María salió enseguida a su encuentro.
Jesús todavía estaba fuera de la aldea, en el lugar donde se había en
contrado con Marta. Cuando la gente que estaba en la casa consolando a
María la vio salir con tanta prisa, creyeron que iba a la tumba de Lázaro
a llorar. Así que la siguieron. Cuando María llegó y vio a J esús, cayó a sus
pies y dijo:
—Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Cuando J esús la vio llorando y vio a la gente lamentándose con ella, se
enojó en su interior y se conmovió profundamente.
—¿Dónde lo pusieron? —les preguntó.
Ellos le dijeron:
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