Inmersion Mesias - Flipbook - Página 455
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envió. ¿Por qué no pueden entender lo que les digo? ¡Es porque ni siquiera
toleran oírme! Pues ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta
hacer las cosas malvadas que él hace. Él ha sido asesino desde el principio y
siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando miente,
actúa de acuerdo con su naturaleza porque es mentiroso y el padre de la
mentira. Por eso, es natural que no me crean cuando les digo la verdad.
¿Quién de ustedes puede, con toda sinceridad, acusarme de pecado? Y si
les digo la verdad, ¿por qué, entonces, no me creen? Los que pertenecen
a Dios escuchan con gusto las palabras de Dios, pero ustedes no las escu
chan porque no pertenecen a Dios.
—¡Samaritano endemoniado! —replicó la gente—. ¿No veníamos di
ciendo que estabas poseído por un demonio?
—No —dijo J esús—, no tengo ningún demonio. Pues yo honro a mi
Padre; en cambio, ustedes me deshonran a mí. Y, aunque no tengo ninguna
intención de glorificarme a mí mismo, Dios va a glorificarme y él es el
verdadero juez. Les digo la verdad, ¡todo el que obedezca mi enseñanza
jamás morirá!
—Ahora estamos convencidos de que estás poseído por un demonio
—dijo la gente—. Hasta Abraham y los profetas murieron, pero tú dices:
“¡El que obedezca mi enseñanza nunca morirá!”. ¿Acaso eres más impor
tante que nuestro padre Abraham? Él murió, igual que los profetas. ¿Tú
quién te crees que eres?
Jesús contestó:
—Si yo buscara mi propia gloria, esa gloria no tendría ningún valor,
pero es mi Padre quien me glorificará. Ustedes dicen: “Él es nuestro D
ios”,
pero ni siquiera lo conocen. Yo sí lo conozco; y si dijera lo contrario, ¡sería
tan mentiroso como ustedes! Pero lo conozco y lo obedezco. Abraham, el
padre de ustedes, se alegró mientras esperaba con ansias mi venida; la vio
y se llenó de alegría.
Entonces la gente le dijo:
—Ni siquiera tienes cincuenta años. ¿Cómo puedes decir que has visto
a Abraham?
Jesús contestó:
—Les digo la verdad, ¡aun antes de que Abraham naciera, Yo Soy!
En ese momento, tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús desapa
reció de la vista de ellos y salió del templo.
Mientras caminaba, J esús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
—Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? —le preguntaron sus discí
pulos—. ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres?
—No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —con
testó Jesús—. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él.
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