Inmersion Mesias - Flipbook - Página 449
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J u an
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J esús les respondió:
—Les digo la verdad, no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, fue mi
Padre. Y ahora él les ofrece el verdadero pan del cielo, pues el verdadero
pan de D
ios es el que desciende del cielo y da vida al mundo.
—Señor —le dijeron—, danos ese pan todos los días.
Jesús les respondió:
—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre;
el que cree en mí no tendrá sed jamás. Pero ustedes no han creído en mí, a
pesar de que me han visto. Sin embargo, los que el Padre me ha dado ven
drán a mí, y jamás los rechazaré. Pues he descendido del cielo para hacer
la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad.
Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él
me dio, sino que los resucite, en el día final. Pues la voluntad de mi P
adre
es que todos los que vean a su H
ijo y crean en él tengan vida eterna; y yo
los resucitaré en el día final.
Entonces la gente comenzó a murmurar en desacuerdo, porque él había
dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo». Ellos se decían: «¿Acaso
no es este J esús, el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre. ¿Y
ahora cómo puede decir: “Yo descendí del cielo”?».
Jesús les contestó: «Dejen de quejarse por lo que dije. Pues nadie puede
venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resuci
taré en el día final. Como dicen las Escrituras: “A todos les enseñará Dios”.
Todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí. (No es que
alguien haya visto al Padre; solamente yo lo he visto, el que Dios envió).
»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. ¡Sí, yo soy el pan
de vida! Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos mu
rieron, sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. Yo soy el
pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para
siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».
Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir.
«¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?», se preguntaban.
Por eso Jesús volvió a decir: «Les digo la verdad, a menos que coman la
carne del Hijo del Hombre y beban su sangre, no podrán tener vida eterna
en ustedes; pero todo el que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida
eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Pues mi carne es verdadera comida
y mi sangre es verdadera bebida. Todo el que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo en él. Yo vivo gracias al Padre viviente que
me envió; de igual manera, todo el que se alimente de mí vivirá gracias a
mí. Yo soy el pan verdadero que descendió del cielo. El que coma de este
pan no morirá —como les pasó a sus antepasados a pesar de haber comido
el maná— sino que vivirá para siempre».
Jesús dijo esas cosas mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm.
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