Inmersion Mesias - Flipbook - Página 44
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INMERSIÓN
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MESÍAS
10:38–11:13
Durante el viaje a Jerusalén, J esús y sus discípulos llegaron a cierta aldea
donde una mujer llamada Marta los recibió en su casa. Su hermana María
se sentó a los pies del S eñor a escuchar sus enseñanzas, pero Marta estaba
distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a J esús
y le dijo:
—Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada
mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme.
El Señor le dijo:
—Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los
detalles! Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la
ha descubierto, y nadie se la quitará.
Una vez, J esús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus
discípulos se le acercó y le dijo:
—Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.
Jesús dijo:
—Deberían orar de la siguiente manera:
»Padre, que siempre sea santificado tu nombre.
Que tu reino venga pronto.
Danos cada día el alimento que necesitamos
y perdónanos nuestros pecados,
así como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros.
Y no permitas que cedamos ante la tentación.
Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la ora
ción: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a media
noche para pedirle que le preste tres panes. Le dices: “Acaba de llegar de
visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que
ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está
cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. Les
digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta
el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu
audaz insistencia.
»Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan bus
cando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. Pues todo
el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se
le abrirá la puerta.
»Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un pescado, ¿les dan
una serpiente en su lugar? O si les piden un huevo, ¿les dan un escorpión?
¡Claro que no! Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos re
galos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a
quienes lo pidan».
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