Inmersion Mesias - Flipbook - Página 423
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H e b reos
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tenía preparado algo mejor para nosotros, de modo que ellos no llegaran
a la perfección sin nosotros.
Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testi
gos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, espe
cialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con
perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hace
mos al fijar la mirada en J esús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra
fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la
vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor,
junto al trono de D
ios. Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte
de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos. Después de
todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado.
¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes
como a hijos? Él dijo:
«Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
y no te des por vencido cuando te corrige.
Pues el Señor disciplina a los que ama
y castiga a todo el que recibe como hijo».
Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus
propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disci
plinado por su padre? Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con
todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos,
sino ilegítimos. Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos
disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la
disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?
Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años
e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de D
ios siempre es
buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. Ninguna
disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolo
rosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los
que han sido entrenados por ella.
Por lo tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan
sus rodillas debilitadas. Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que
los débiles y los cojos no caigan, sino que se fortalezcan.
Esfuércense por vivir en paz con todos y procuren llevar una vida santa,
porque los que no son santos no verán al S eñor. Cuídense unos a otros,
para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan
cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los
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