Inmersion Mesias - Flipbook - Página 409
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H e b reos
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tiempo se le dio una posición «un poco menor que los ángeles»; y debido
a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está «coronado de gloria y
honor». Efectivamente, por la gracia de Dios, Jesús conoció la muerte por
todos. Dios —para quien y por medio de quien todo fue hecho— eligió
llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufri
miento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.
Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por
esa razón, J esús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos, pues le dijo
a Dios:
«Anunciaré tu nombre a mis hermanos.
Entre tu pueblo reunido te alabaré».
También dijo:
«Pondré mi confianza en él»,
es decir, «yo y los hijos que Dios me ha dado».
Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne
y sangre— el H
ijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como
ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el
poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte. Únicamente de
esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por
temor a la muerte.
También sabemos que el H
ijo no vino para ayudar a los ángeles, sino
que vino para ayudar a los descendientes de Abraham. Por lo tanto, era ne
cesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus herma
nos, para que fuera nuestro S umo Sacerdote fiel y misericordioso, delante
de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados
del pueblo. Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas,
puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.
Así que, amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y tienen parte
con los que han sido llamados al cielo, consideren detenidamente a este
Jesús a quien declaramos mensajero de Dios y Sumo Sacerdote. Pues él
fue fiel a Dios, quien lo nombró, así como Moisés fue fiel cuando se le
encomendó toda la casa de Dios.
Pero J esús merece mucha más gloria que M
oisés, así como el que cons
truye una casa merece más elogio que la casa misma. Pues cada casa tiene
un constructor, pero el que construyó todo es Dios.
En verdad M
oisés fue fiel como siervo en la casa de D
ios. Su trabajo fue
una ilustración de las verdades que Dios daría a conocer tiempo después;
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