Inmersion Mesias - Flipbook - Página 40
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INMERSIÓN
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MESÍAS
9:27-45
de mí y de mi mensaje, el H
ijo del H
ombre se avergonzará de esa persona
cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.
Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán sin
antes ver el reino de Dios».
Cerca de ocho días después, J esús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una
montaña para orar. Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se trans
formó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. De repente aparecieron
dos hombres, Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con J esús. Se veían
llenos de gloria. Y hablaban sobre la partida de J esús de este mundo, lo cual
estaba a punto de cumplirse en Jerusalén.
Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria
de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él. Cuando Moisés y Elías co
menzaron a irse, Pedro, sin saber siquiera lo que decía, exclamó: «Maestro,
¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recor
datorios: una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». Pero no había
terminado de hablar cuando una nube los cubrió y, mientras los cubría, se
llenaron de miedo.
Entonces, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi H
ijo, mi Elegido.
Escúchenlo a él». Cuando la voz terminó de hablar, Jesús estaba allí solo.
En aquel tiempo, no le contaron a nadie lo que habían visto.
Al día siguiente, después que bajaron del monte, una gran multitud salió al
encuentro de Jesús. Un hombre de la multitud le exclamó:
—Maestro, te suplico que veas a mi hijo, el único que tengo. Un espí
ritu maligno sigue apoderándose de él, haciéndolo gritar. Le causa tales
convulsiones que echa espuma por la boca; lo sacude violentamente y
casi nunca lo deja en paz. Les supliqué a tus discípulos que expulsaran ese
espíritu, pero no pudieron hacerlo.
—Gente corrupta y sin fe —dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que
estar con ustedes y soportarlos?
Entonces le dijo al hombre:
—Tráeme a tu hijo aquí.
Cuando el joven se acercó, el demonio lo arrojó al piso y le causó una
violenta convulsión; pero Jesús reprendió al espíritu maligno y sanó al
muchacho. Después lo devolvió a su padre. El asombro se apoderó de la
gente al ver esa majestuosa demostración del poder de Dios.
Mientras todos se maravillaban de las cosas que él hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Escúchenme y recuerden lo que digo. El Hijo del Hombre
será traicionado y entregado en manos de sus enemigos». Sin embargo,
ellos no entendieron lo que quiso decir. El significado de lo que decía
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