Inmersion Mesias - Flipbook - Página 389
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M ateo
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—“Ama al Señor tu D
ios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay
un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Ama a tu pró
jimo como a ti mismo”. Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan
en estos dos mandamientos.
Entonces, rodeado por los fariseos, Jesús les hizo una pregunta:
—¿Qué piensan del M
esías? ¿De quién es hijo?
Ellos contestaron:
—Es hijo de David.
Jesús les respondió:
—Entonces, ¿por qué David, mientras hablaba bajo la inspiración del
Espíritu, llama al Mesías “mi Señor”? Pues David dijo:
“El Señor le dijo a mi Señor:
‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies’”.
Si David llamó al M
esías “mi S eñor”, ¿cómo es posible que el M
esías sea
su hijo?
Nadie pudo responderle, y a partir de entonces, ninguno se atrevió a
hacerle más preguntas.
Entonces J esús les dijo a las multitudes y a sus discípulos: «Los maestros
de la ley religiosa y los fariseos son los intérpretes oficiales de la ley de
Moisés. Por lo tanto, practiquen y obedezcan todo lo que les digan, pero
no sigan su ejemplo. Pues ellos no hacen lo que enseñan. Aplastan a la
gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven
un dedo para aligerar la carga.
»Todo lo que hacen es para aparentar. En los brazos se ponen anchas
cajas de oración con versículos de la Escritura, y usan túnicas con borlas
muy largas. Y les encanta sentarse a la mesa principal en los banquetes y
ocupar los asientos de honor en las sinagogas. Les encanta recibir saludos
respetuosos cuando caminan por las plazas y que los llamen “Rabí”.
»Pero ustedes, no permitan que nadie los llame “Rabí”, porque tienen
un solo maestro y todos ustedes son hermanos por igual. Además, aquí en
la tierra, no se dirijan a nadie llamándolo “ Padre”, porque solo D
ios, que
está en el cielo, es su P
adre. Y no permitan que nadie los llame “Maestro”,
porque ustedes tienen un solo maestro, el M
esías. El más importante entre
ustedes debe ser el sirviente de los demás; pero aquellos que se exaltan
a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán
exaltados.
»¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos!
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