Inmersion Mesias - Flipbook - Página 372
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INMERSIÓN
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MESÍAS
13:52–14:13
—Sí —le dijeron—, las entendemos.
Entonces añadió:
—Todo maestro de la ley religiosa que se convierte en un discípulo del
reino del cielo es como el propietario de una casa, que trae de su depósito
joyas de la verdad tanto nuevas como viejas.
Cuando Jesús terminó de contar esas historias e ilustraciones, salió de esa
región. Regresó a Nazaret, su pueblo. Cuando enseñó allí en la sinagoga,
todos quedaron asombrados, y decían: «¿De dónde saca esa sabiduría y
el poder para hacer milagros?». Y se burlaban: «No es más que el hijo del
carpintero, y conocemos a María, su madre, y a sus hermanos: Santiago,
José, Simón y Judas. Todas sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros.
¿Dónde aprendió todas esas cosas?». Se sentían profundamente ofendi
dos y se negaron a creer en él.
Entonces J esús les dijo: «Un profeta recibe honra en todas partes menos
en su propio pueblo y entre su propia familia». Por lo tanto, hizo sola
mente unos pocos milagros allí debido a la incredulidad de ellos.
Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea, oyó hablar de Jesús,
les dijo a sus consejeros: «¡Este debe ser Juan el Bautista que resucitó de
los muertos! Por eso puede hacer semejantes milagros».
Pues Herodes había arrestado y encarcelado a Juan como un favor para
su esposa, Herodías (exesposa de Felipe, el hermano de Herodes). Juan
venía diciendo a Herodes: «Es contra la ley de Dios que te cases con ella».
Herodes quería matar a Juan pero temía que se produjera un disturbio,
porque toda la gente creía que Juan era un profeta.
Pero durante la fiesta de cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías
bailó una danza que a él le agradó mucho; entonces le prometió con un
juramento que le daría cualquier cosa que ella quisiera. Presionada por su
madre, la joven dijo: «Quiero en una bandeja la cabeza de Juan el Bau
tista». Entonces el rey se arrepintió de lo que había dicho; pero debido al
juramento que había hecho delante de sus invitados, dio las órdenes nece
sarias. Así fue que decapitaron a Juan en la prisión, trajeron su cabeza en
una bandeja y se la dieron a la joven, quien se la llevó a su madre. Después,
los discípulos de Juan llegaron a buscar su cuerpo y lo enterraron. Luego
fueron a contarle a Jesús lo que había sucedido.
En cuanto Jesús escuchó la noticia, salió en una barca a un lugar alejado
para estar a solas; pero las multitudes oyeron hacia dónde se dirigía y lo
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