Inmersion Mesias - Flipbook - Página 217
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R omanos
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algo, no necesita esperarlo; pero si deseamos algo que todavía no tenemos,
debemos esperar con paciencia y confianza).
Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo,
nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el
Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse
con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu
dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía
con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas
cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propó
sito que él tiene para ellos. Pues D
ios conoció a los suyos de antemano y
los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera
el hijo mayor entre muchos hermanos. Después de haberlos elegido, D
ios
los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en
la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación c orrecta con
él, les dio su gloria.
¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como estas? Si D
ios
está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra? Si D
ios
no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos noso
tros, ¿no nos dará también todo lo demás? ¿Quién se atreve a acusarnos
a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios mismo
nos puso en la relación c orrecta con él. Entonces, ¿quién nos condenará?
Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros,
y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por
nosotros.
¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él
ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos
o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza
de muerte? (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada
día; nos tratan como a ovejas en el matadero»). Claro que no, a pesar de
todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de C
risto, quien
nos amó.
Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de
Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores
de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del
infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas
ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás
separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo J esús nuestro
Señor.
Con C
risto de testigo hablo con toda veracidad. Mi conciencia y el E
spíritu
S anto lo confirman. Tengo el corazón lleno de amarga tristeza e infinito
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