Inmersion Mesias - Flipbook - Página 189
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2 C orintios
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hermano, ¿acaso Tito se aprovechó de ustedes? ¡No!, porque ambos tene
mos el mismo espíritu y caminamos sobre las pisadas del otro y hacemos
las cosas de la misma manera.
Tal vez piensen que decimos estas cosas solo para defendernos. No, les
decimos esto como siervos de C
risto y con D
ios como testigo. Todo lo que
hacemos, queridos amigos, es para fortalecerlos. Pues temo que, cuando
vaya, no me gustará lo que encuentre, y que a ustedes no les gustará mi
reacción. Temo que encontraré peleas, celos, enojo, egoísmo, calumnias,
chismes, arrogancia y conducta desordenada. Así es, tengo miedo de que,
cuando vaya de nuevo, Dios me humille ante ustedes. Y quedaré entriste
cido porque varios de ustedes no han abandonado sus viejos pecados. No
se han arrepentido de su impureza, de su inmoralidad sexual ni del intenso
deseo por los placeres sensuales.
Esta es la tercera vez que los visito (y como dicen las Escrituras: «Los
hechos de cada caso deben ser establecidos por el testimonio de dos o
tres testigos»). Ya puse sobre aviso a los que andaban en pecado cuando
estuve ahí durante mi segunda visita. Ahora les advierto de nuevo a ellos
y a todos los demás, tal como lo hice antes, que la próxima vez no tendré
compasión de ellos.
Les daré todas las pruebas que quieran de que C
risto habla por medio
de mí. Cristo no es débil cuando trata con ustedes; es poderoso entre us
tedes. Aunque fue crucificado en debilidad, ahora vive por el poder de
Dios. Nosotros también somos débiles, al igual que Cristo lo fue, pero
cuando tratemos con ustedes, estaremos vivos con él y tendremos el poder
de Dios.
Examínense para saber si su fe es genuina. Pruébense a sí mismos. Sin
duda saben que Jesucristo está entre ustedes; de no ser así, ustedes han
reprobado el examen de la fe genuina. Al ponerse a prueba, espero que
reconozcan que nosotros no hemos reprobado el examen de la autoridad
apostólica.
Pedimos a D
ios en oración que ustedes no hagan lo malo al rechazar
nuestra c orrección. Espero que no sea necesario demostrar nuestra autori
dad cuando lleguemos. Hagan lo correcto antes de nuestra llegada, aun si
eso hace que parezca que no hemos demostrado nuestra autoridad. Pues
no podemos oponernos a la verdad, más bien siempre debemos defender
la verdad. Nos alegramos de parecer débiles si esto ayuda a mostrar que us
tedes en realidad son fuertes. Nuestra oración es que lleguen a ser maduros.
Les escribo todo esto antes de ir a verlos, con la esperanza de no tener
que tratarlos con severidad cuando finalmente llegue. Pues mi deseo es
usar la autoridad que el Señor me ha dado para fortalecerlos, no para
destruirlos.
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