Inmersion Mesias - Flipbook - Página 186
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INMERSIÓN
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MESÍAS
10:12–11:11
¡Ah, no se preocupen! No nos atreveríamos a decir que somos tan ma
ravillosos como esos hombres, que les dicen qué importantes son ellos
pero solo se comparan el uno con el otro, empleándose a sí mismos como
estándar de medición. ¡Qué ignorantes!
Nosotros no nos jactaremos de cosas hechas fuera de nuestro campo
de autoridad. Nos jactaremos solo de lo que haya sucedido dentro de
los límites del trabajo que Dios nos ha dado, los cuales incluyen nues
tro trabajo con ustedes. No traspasamos esos límites cuando afirmamos
tener autoridad sobre ustedes, como si nunca hubiéramos ido a visitarlos.
Pues fuimos los primeros en viajar hasta Corinto con la B
uena N
oticia
de Cristo.
Tampoco nos jactamos ni nos atribuimos el mérito por el trabajo que
otro haya hecho. En cambio, esperamos que la fe de ustedes crezca, a fin de
que se extiendan los límites de nuestro trabajo entre ustedes. Entonces po
dremos ir a predicar la B
uena Noticia en otros lugares más allá de ustedes,
donde ningún otro esté trabajando. Así nadie pensará que nos jactamos
de trabajar en el territorio de otro. Como dicen las Escrituras: «Si alguien
quiere jactarse, que se jacte solamente del Señor».
Cuando la gente se alaba a sí misma, ese elogio no sirve de mucho. Lo
importante es que los elogios provengan del Señor.
Espero que toleren un poco más de mis «tonterías». Por favor, ténganme
paciencia; pues los celo, con el celo de Dios mismo. Los prometí como una
novia pura a su único esposo: C
risto. Pero temo que, de alguna manera, su
pura y completa devoción a Cristo se c orrompa, tal como Eva fue enga
ñada por la astucia de la serpiente. Ustedes soportan de buena gana todo
lo que cualquiera les dice, aun si les predican a un J esús diferente del que
nosotros predicamos o a un Espíritu diferente del que ustedes recibieron
o un evangelio diferente del que creyeron.
Pero de ninguna manera me considero inferior a esos «superapóstoles»
que enseñan tales cosas. Podré ser un orador inexperto, pero no me falta
conocimiento. Eso es algo que les hemos dejado bien claro a ustedes de
todas las maneras posibles.
¿Estaba equivocado cuando me humillé y los honré al predicarles la
Buena Noticia de Dios sin esperar nada a cambio? Les «robé» a otras
iglesias al aceptar sus contribuciones para poder servirlos a ustedes sin
ningún costo. Cuando estuve con ustedes y no tenía lo suficiente para vivir,
no llegué a ser una carga financiera para nadie. Pues los hermanos que
llegaron de Macedonia me trajeron todo lo que necesitaba. Nunca he sido
una carga para ustedes y jamás lo seré. Tan cierto como que la verdad de
Cristo está en mí, nadie en toda Grecia me impedirá que me jacte de esto.
¿Por qué? ¿Porque no los amo? Dios sabe que sí.
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