Inmersion Mesias - Flipbook - Página 182
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INMERSIÓN
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MESÍAS
7:1-15
y ustedes serán mis hijos e hijas,
dice el Señor Todopoderoso».
Queridos amigos, dado que tenemos estas promesas, limpiémonos de
todo lo que pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos
alcanzar una completa santidad porque tememos a Dios.
Por favor, ábrannos su corazón. No le hemos hecho mal a nadie ni hemos
llevado a nadie por mal camino ni nos hemos aprovechado de nadie. No
les digo esto para condenarlos. Ya les dije antes que ustedes están en nues
tro corazón y que vivimos o morimos junto con ustedes. Tienen toda mi
confianza, y estoy muy orgulloso de ustedes. Me han alentado en gran
manera y me han hecho feliz a pesar de todas nuestras dificultades.
Cuando llegamos a Macedonia, no hubo descanso para nosotros. En
frentamos conflictos de todos lados, con batallas por fuera y temores
por dentro; pero Dios, quien alienta a los desanimados, nos alentó con
la llegada de Tito. Su presencia fue una alegría, igual que la noticia que
nos trajo del ánimo que él recibió de ustedes. Cuando nos dijo cuánto
anhelan verme y cuánto sienten lo que sucedió y lo leales que me son,
¡me llené de alegría!
No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al principio sí
me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo. Ahora me
alegro de haberla enviado, no porque los haya lastimado, sino porque el
dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta. Fue la clase de
tristeza que Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos
daño de ninguna manera. Pues la clase de tristeza que D
ios desea que su
framos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que
lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, a la cual le
falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.
¡Tan solo miren lo que produjo en ustedes esa tristeza que proviene de
Dios! Tal fervor, tal ansiedad por limpiar su nombre, tal indignación, tal
preocupación, tal deseo de verme, tal celo y tal disposición para castigar
lo malo. Ustedes demostraron haber hecho todo lo necesario para c orregir
la situación. Mi propósito, entonces, no fue escribir acerca de quién causó
el daño o quién resultó dañado. Les escribí para que, a los ojos de Dios,
pudieran comprobar por sí mismos qué tan leales son a nosotros. Esto nos
ha alentado en gran manera.
Además de nuestro propio aliento, nos deleitamos particularmente al
ver lo feliz que estaba Tito por la manera en que todos ustedes lo recibie
ron y lo tranquilizaron. Le dije lo orgulloso que estaba de ustedes, y no me
decepcionaron. Siempre les he dicho la verdad, ¡y ahora mi jactancia ante
Tito también resultó ser cierta! Ahora él se preocupa por ustedes más que
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