Inmersion Mesias - Flipbook - Página 177
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los lastimó más a todos ustedes que a mí. La mayoría de ustedes se le opu
sieron, y eso ya fue suficiente castigo. No obstante, ahora es tiempo de per
donarlo y consolarlo; de otro modo, podría ser vencido por el desaliento.
Así que ahora les ruego que reafirmen su amor por él.
Les escribí como lo hice para probarlos y ver si cumplirían mis instruc
ciones al pie de la letra. Si ustedes perdonan a este hombre, yo también
lo perdono. Cuando yo perdono lo que necesita ser perdonado, lo hago
con la autoridad de Cristo en beneficio de ustedes, para que Satanás no se
aproveche de nosotros. Pues ya conocemos sus maquinaciones malignas.
Cuando llegué a la ciudad de Troas para predicar la B
uena N
oticia de
Cristo, el Señor me abrió una puerta de oportunidad; pero no sentía paz,
porque mi querido hermano Tito todavía no había llegado con un informe
de ustedes. Así que me despedí y seguí hacia Macedonia para buscarlo.
Así que, ¡gracias a D
ios!, quien nos ha hecho sus cautivos y siempre nos
lleva en triunfo en el desfile victorioso de Cristo. Ahora nos usa para difun
dir el conocimiento de Cristo por todas partes como un fragante perfume.
Nuestras vidas son la fragancia de C
risto que sube hasta D
ios, pero esta
fragancia se percibe de una manera diferente por los que se salvan y los que
se pierden. Para los que se pierden, somos un espantoso olor de muerte y
condenación, pero para aquellos que se salvan, somos un perfume que da
vida. ¿Y quién es la persona adecuada para semejante tarea?
Ya ven, no somos como tantos charlatanes que predican para provecho
personal. Nosotros predicamos la palabra de Dios con sinceridad y con la
autoridad de C
risto, sabiendo que Dios nos observa.
¿Otra vez comenzamos a elogiarnos a nosotros mismos? ¿Acaso somos
como otros, que necesitan llevarles cartas de recomendación o que les
piden que se escriban tales cartas en nombre de ellos? ¡Por supuesto que
no! La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mis
mos. Sus vidas son una carta escrita en nuestro corazón; todos pueden
leerla y reconocer el buen trabajo que hicimos entre ustedes. Es evidente
que son una carta de Cristo que muestra el resultado de nuestro ministerio
entre ustedes. Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con
el Espíritu del Dios viviente. No está tallada en tablas de piedra, sino en
corazones humanos.
Estamos seguros de todo esto debido a la gran confianza que tenemos
en Dios por medio de Cristo. No es que pensemos que estamos capacita
dos para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene
de Dios. Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto.
Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto
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