Inmersion Mesias - Flipbook - Página 174
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INMERSIÓN
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MESÍAS
Primero Pablo habla de su tiempo en Éfeso, al otro lado del mar
Egeo, en Asia Menor (la Turquía actual). Explica que él y los creyentes
de Éfeso habían enfrentado un peligro mortal y que tuvo que huir,
haciendo alusión al disturbio descrito en Hechos.
Luego Pablo describe su viaje a Troas, donde esperaba encontrar a
Tito y recibir un informe. Pero Tito no estaba allí. ¿Se había demorado
porque las cosas andaban mal? ¿Acaso los corintios se negaban a la
reconciliación? A lo largo de esta carta Pablo se muestra notablemente
honesto acerca de su depresión, su ansiedad y su sufrimiento. Pablo
se estaba tambaleando por ese sentido de pérdida e incertidumbre
hasta que finalmente se encontró con Tito y recibió las buenas noticias
de Corinto.
A continuación, Pablo se refiere a su situación presente en Macedonia, enfocando los arreglos que se estaban haciendo para reunir la
ofrenda para la iglesia de Jerusalén.
Finalmente, Pablo dirige su reflexión hacia el futuro, escribiendo
acerca de lo que espera que ocurra a su llegada a Corinto. Además
del buen informe, Tito lo había puesto al tanto de una nueva situación
problemática allí. Algunas personas que se hacían llamar «súper apóstoles» habían llegado a la ciudad y desafiaban la autoridad de Pablo.
Ya habían conseguido seguidores entre los creyentes, aparentemente
reforzando el error de los creyentes corintios que Pablo ya había tratado en 1 Corintios: la idea de que ser espiritual significa estar liberado
del cuerpo.
De manera que Pablo concluye su carta con una apasionada defensa de su propio ministerio. Muestra que si de credenciales se trata,
las suyas están a la altura de las de los «súper apóstoles». Pero antes
de esto, Pablo había recalcado un punto aún más importante: que no
necesitaba ninguna aprobación externa. «La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mismos». Pablo insiste en que los
creyentes son el fruto de su ministerio.
Por encima de todo, la carta de Pablo revela que el carácter del
ministerio cristiano auténtico es como la obra de Jesús mismo: implica
llevar nuestra propia cruz. Así como la fidelidad de Dios a su pacto se
evidenció en el camino asombroso y sufriente que tomó el Mesías, así
será también con los seguidores del Mesías: «Aunque fue crucificado
en debilidad, ahora vive por el poder de Dios. Nosotros también somos
débiles, al igual que Cristo lo fue, pero cuando tratemos con ustedes,
estaremos vivos con él y tendremos el poder de Dios».
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