Inmersion Mesias - Flipbook - Página 156
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INMERSIÓN
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MESÍAS
6:16–7:15
risto? ¿Acaso un hombre debería tomar su cuerpo, que es parte de Cristo,
C
y unirlo a una prostituta? ¡Jamás! ¿Y no se dan cuenta de que, si un hombre
se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella? Pues las Escrituras
dicen: «Los dos se convierten en uno solo». Pero la persona que se une al
Señor es un solo espíritu con él.
¡Huyan del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo
como este, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio
cuerpo. ¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu
Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se perte
necen a sí mismos, porque D
ios los compró a un alto precio. Por lo tanto,
honren a D
ios con su cuerpo.
Ahora, en cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta: es cierto que
es bueno abstenerse de tener relaciones sexuales. Sin embargo, dado que
hay tanta inmoralidad sexual, cada hombre debería tener su propia esposa,
y cada mujer su propio marido.
El esposo debe satisfacer las necesidades sexuales de su esposa, y la es
posa debe satisfacer las necesidades sexuales de su marido. La esposa le
da la autoridad sobre su cuerpo a su marido, y el esposo le da la autoridad
sobre su cuerpo a su esposa.
No se priven el uno al otro de tener relaciones sexuales, a menos que los
dos estén de acuerdo en abstenerse de la intimidad sexual por un tiempo
limitado para entregarse más de lleno a la oración. Después deberán vol
verse a juntar, a fin de que Satanás no pueda tentarlos por la falta de con
trol propio. Eso les digo a modo de concesión, no como un mandato. Sin
embargo, quisiera que todos fueran solteros, igual que yo; pero cada uno
tiene su don específico de Dios, unos de una clase y otros de otra.
Así que les digo a los solteros y a las viudas: es mejor quedarse sin casar,
tal como yo; pero si no pueden controlarse, entonces deberían casarse. Es
mejor casarse que arder de pasión.
No obstante, para los que ya están casados, tengo un mandato que no
proviene de mí sino del S eñor. La esposa no debe dejar a su marido; pero si
lo deja, que no se case de nuevo o bien que se reconcilie con él; y el marido
no debe dejar a su esposa.
Ahora, me dirigiré al resto de ustedes, aunque no tengo un mandato
directo del S eñor. Si un creyente está casado con una mujer que no es cre
yente y ella está dispuesta a seguir viviendo con él, no debe abandonarla.
Y, si una creyente tiene un esposo que no es creyente y él está dispuesto
a seguir viviendo con ella, no debe abandonarlo. Pues la esposa creyente
da santidad a su matrimonio, y el esposo creyente da santidad al suyo. De
otro modo, sus hijos no serían santos, pero ahora son santos. (En cambio,
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