Inmersion Mesias - Flipbook - Página 130
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INMERSIÓN
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MESÍAS
28:11-26
Tres meses después del naufragio, zarpamos en otro barco, que había pa
sado el invierno en la isla; era un barco de Alejandría que tenía como fi
gura de proa a los dioses gemelos. Hicimos la primera parada en Siracusa,
donde nos quedamos tres días. De allí navegamos hasta Regio. Un día des
pués, un viento del sur empezó a soplar, de manera que, al día siguiente, na
vegamos por la costa hasta Poteoli. Allí encontramos a algunos creyentes,
quienes nos invitaron a pasar una semana con ellos. Y así llegamos a Roma.
Los hermanos de Roma se habían enterado de nuestra inminente lle
gada, y salieron hasta el Foro por el Camino Apio para recibirnos. En Las
Tres Tabernas nos esperaba otro grupo. Cuando Pablo los vio, se animó y
dio gracias a Dios.
Una vez que llegamos a Roma, a Pablo se le permitió hospedarse en un
alojamiento privado, aunque estaba bajo la custodia de un soldado.
Tres días después de haber llegado, Pablo mandó reunir a los líderes judíos
locales. Les dijo:
—Hermanos, fui arrestado en Jerusalén y entregado al gobierno ro
mano, a pesar de no haber hecho nada en contra de nuestro pueblo ni de
las costumbres de nuestros antepasados. Los romanos me llevaron a jui
cio y querían ponerme en libertad, porque no encontraron ninguna causa
para condenarme a muerte; pero cuando los líderes judíos protestaron
por la decisión, creí necesario apelar al César, aunque no tenía deseos de
presentar cargos contra mi propia gente. Les pedí a ustedes que vinieran
hoy aquí para que nos conociéramos y para que yo pudiera explicarles que
estoy atado con esta cadena porque creo que la esperanza de Israel —el
Mesías— ya ha venido.
Ellos respondieron:
—No hemos recibido ninguna carta de Judea ni ningún informe en tu
contra de nadie que haya venido por aquí; pero queremos escuchar lo que
tú crees, pues lo único que sabemos de este movimiento es que se le ataca
por todas partes.
Entonces fijaron una fecha, y ese día mucha gente llegó al lugar donde
Pablo estaba alojado. Él explicó y dio testimonio acerca del reino de Dios
y trató de convencerlos acerca de Jesús con las Escrituras. Usando la ley
de Moisés y los libros de los profetas, les habló desde la mañana hasta la
noche. Algunos se convencieron por las cosas que dijo, pero otros no cre
yeron. Después de discutir entre unos y otros, se fueron con las siguientes
palabras finales de Pablo: «El E
spíritu Santo tenía razón cuando les dijo a
sus antepasados por medio del profeta Isaías:
“Ve y dile a este pueblo:
Cuando ustedes oigan lo que digo,
no entenderán.
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