Inmersion Mesias - Flipbook - Página 106
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INMERSIÓN
•
MESÍAS
15:17-33
Reconstruiré sus ruinas
y la restauraré,
para que el resto de la humanidad busque al Señor,
incluidos los gentiles,
todos los que he llamado a ser míos.
El Señor ha hablado,
Aquel que hizo que estas cosas se dieran a conocer desde hace
mucho”.
»Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los
gentiles que se convierten a D
ios. Al contrario, deberíamos escribirles y de
cirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmorali
dad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre.
Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las
sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones».
Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jeru
salén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo
y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión. Los delegados
escogidos eran dos de los líderes de la iglesia: Judas (también llamado
Barsabás) y Silas. La carta que llevaron decía lo siguiente:
«Nosotros, los apóstoles y los ancianos, sus hermanos de Jerusalén,
escribimos esta carta a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria y
Cilicia. ¡Saludos!
»Tenemos entendido que unos hombres de aquí los han perturbado
e inquietado con su enseñanza, ¡pero nosotros no los enviamos! Así
que decidimos, después de llegar a un acuerdo unánime, enviarles
representantes oficiales junto con nuestros amados Bernabé y Pablo,
quienes han arriesgado la vida por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Les enviamos a Judas y a Silas para confirmar lo que hemos
decidido con relación a la pregunta de ustedes.
»Pues nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer
sobre ustedes una carga mayor que estos pocos requisitos: deben
abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre
o la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Si
hacen esto, harán bien. Adiós».
Los mensajeros salieron de inmediato para Antioquía, donde con
vocaron a una reunión general de los creyentes y entregaron la carta. Y
hubo mucha alegría en toda la iglesia ese día cuando leyeron este mensaje
alentador.
Entonces Judas y Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con
los creyentes para animarlos y fortalecerlos en su fe. Se quedaron allí un
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