Inmersion Mesias - Flipbook - Página 105
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L U C A S – H echos
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que Dios había hecho por medio de ellos y cómo él también había abierto
la puerta de la fe a los gentiles. Y se quedaron allí con los creyentes por
mucho tiempo.
Cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Siria, llegaron unos
hombres de Judea y comenzaron a enseñarles a los creyentes: «A menos
que se circunciden como exige la ley de M
oisés, no podrán ser salvos».
Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y discutieron con ve
hemencia. Finalmente, la iglesia decidió enviar a Pablo y a Bernabé a
Jerusalén, junto con algunos creyentes del lugar, para que hablaran con
los apóstoles y con los ancianos sobre esta cuestión. La iglesia envió a los
delegados a Jerusalén, quienes de camino se detuvieron en Fenicia y Sama
ria para visitar a los creyentes. Les contaron —para alegría de todos— que
los gentiles también se convertían.
Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia —incluidos los apóstoles y
los ancianos— dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les infor
maron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Pero
después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se
pusieron de pie e insistieron: «Los convertidos gentiles deben ser circun
cidados y hay que exigirles que sigan la ley de Moisés».
Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este
asunto. En la reunión, después de una larga discusión, Pedro se puso de
pie y se dirigió a ellos de la siguiente manera: «Hermanos, todos ustedes
saben que hace tiempo D
ios me eligió de entre ustedes para que predi
cara a los gentiles a fin de que pudieran oír la Buena Noticia y creer. Dios
conoce el corazón humano y él confirmó que acepta a los gentiles al dar
les el Espíritu Santo, tal como lo hizo con nosotros. Él no hizo ninguna
distinción entre nosotros y ellos, pues les limpió el corazón por medio de
la fe. Entonces, ¿por qué ahora desafían a Dios al poner cargas sobre los
creyentes gentiles con un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados
pudimos llevar? Nosotros creemos que todos somos salvos de la misma
manera, por la gracia no merecida que proviene del Señor J esús».
Todos escucharon en silencio mientras Bernabé y Pablo les contaron
de las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de
ellos entre los gentiles.
Cuando terminaron, Santiago se puso de pie y dijo: «Hermanos, escú
chenme. Pedro les ha contado de cuando Dios visitó por primera vez a los
gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para sí mismo. Y la conversión
de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron. Como está
escrito:
“Después yo volveré
y restauraré la casa caída de David.
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