Inmersion Mesias - Flipbook - Página 102
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INMERSIÓN
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MESÍAS
13:25-41
Bautista predicaba que todo el pueblo de I srael tenía que arrepentirse de
sus pecados, convertirse a Dios y bautizarse. Cuando estaba en los últi
mos días de su ministerio, Juan preguntó: “¿Creen ustedes que yo soy el
Mesías? No, ¡no lo soy! Pero él pronto viene, y yo ni siquiera soy digno de
ser su esclavo ni de desatarle las sandalias de sus pies”.
»Hermanos —ustedes, hijos de Abraham, y también ustedes, gentiles
temerosos de Dios—, ¡este mensaje de salvación ha sido enviado a noso
tros! La gente de Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús como la
persona de quien hablaron los profetas. En cambio, lo condenaron y, al
hacerlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen todos los días
de descanso. No encontraron ninguna razón legal para ejecutarlo, pero de
cualquier forma le pidieron a Pilato que lo matara.
»Una vez que llevaron a cabo todo lo que las profecías decían acerca de
él, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en una tumba. ¡Pero Dios lo levantó
de los muertos! Y, durante varios días, se apareció a los que habían ido
con él de Galilea a Jerusalén. Actualmente ellos son sus testigos al pueblo
de Israel.
»Y ahora nosotros estamos aquí para traerles la Buena N
oticia. La pro
mesa fue dirigida a nuestros antepasados. Y ahora D
ios nos la cumplió a
nosotros, los descendientes, al resucitar a Jesús. Esto es lo que el segundo
salmo dice sobre Jesús:
“Tú eres mi Hijo.
Hoy he llegado a ser tu Padre”.
Pues Dios había prometido levantarlo de los muertos, no dejarlo que se
pudriera en la tumba. Dijo: “Yo te daré las bendiciones sagradas que le
prometí a David”. Otro salmo lo explica con más detalle: “No permitirás
que tu Santo se pudra en la tumba”. Este salmo no hace referencia a David,
pues, después de haber hecho la voluntad de D
ios en su propia generación,
David murió, fue enterrado con sus antepasados y su cuerpo se descom
puso. No, el salmo se refería a otra persona, a alguien a quien D
ios resucitó
y cuyo cuerpo no se descompuso.
»Hermanos, ¡escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio
de este hombre Jesús, ustedes tienen el perdón de sus pecados. Todo el que
cree en él es hecho justo a los ojos de Dios, algo que la ley de Moisés nunca
pudo hacer. ¡Tengan cuidado! No dejen que las palabras de los profetas se
apliquen a ustedes. Pues ellos dijeron:
“Miren, ustedes burlones,
¡asómbrense y mueran!
Pues estoy haciendo algo en sus propios días,
algo que no creerían
aun si alguien les dijera”».
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