Biblia de estudio Swindoll | Evangelio de Juan - Flipbook - Página 6
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JUAN 1:1
Prólogo: Cristo, la Palabra eterna
En el principio la Palabra ya existía.
La Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.
El que es la Palabra existía en el principio
con Dios.
Dios creó todas las cosas por medio de él,
y nada fue creado sin él.
La Palabra le dio vida a todo lo creado,*
y su vida trajo luz a todos.
La luz brilla en la oscuridad,
y la oscuridad jamás podrá apagarla.*
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6 Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista* 7 para que contara acerca de la luz, a fin de que
todos creyeran por su testimonio. 8 Juan no era la
luz; era solo un testigo para hablar de la luz. 9Aquel
que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía
al mundo.
10 Vino al mismo mundo que él había creado, pero
el mundo no lo reconoció. 11 Vino a los de su propio
pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; 12 pero a todos los
que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho
de llegar a ser hijos de Dios. 13 Ellos nacen de nuevo,
no mediante un nacimiento físico como resultado de
la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de
un nacimiento que proviene de Dios.
14 Entonces la Palabra se hizo hombre* y vino a
vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable
y fidelidad.* Y hemos visto su gloria, la gloria del
único Hijo del Padre.
15 Juan dio testimonio de él cuando clamó a las
multitudes: «A él me refería yo cuando decía: “Alguien
viene después de mí que es muy superior a mí porque
existe desde mucho antes que yo”».
16 De su abundancia, todos hemos recibido una
bendición inmerecida tras otra.* 17 Pues la ley fue
dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de
Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; pero el
Único, que es Dios,* está íntimamente ligado al Padre.
Él nos ha revelado a Dios.
El testimonio de Juan el Bautista
19 Este fue el testimonio que dio Juan cuando los líde-
res judíos enviaron sacerdotes y ayudantes del templo* desde Jerusalén para preguntarle:
—¿Quién eres?
20 Él dijo con toda franqueza:
—Yo no soy el Mesías.
21 —Bien. Entonces, ¿quién eres? —preguntaron—.
¿Eres Elías?
—No —contestó.
—¿Eres el Profeta que estamos esperando?*
—No.
22 —Entonces, ¿quién eres? Necesitamos alguna
respuesta para los que nos enviaron. ¿Qué puedes
decirnos de ti mismo?
P E R S P E C T I VA S
1:3-4 O y nada de lo que fue creado, fue creado sino por medio de él. La Palabra dio vida a todo. 1:5 O y la oscuridad no la ha entendido. 1:6 En griego un hombre llamado Juan.
1:14a En griego se hizo carne. 1:14b O de gracia y verdad; similar en 1:17. 1:16 O recibido la gracia de Cristo en lugar de la gracia de la ley; en griego dice recibido gracia
sobre gracia. 1:18 Algunos manuscritos dicen pero el único Hijo. 1:19 En griego y levitas. 1:21 En griego ¿Eres tú el Profeta? Ver Dt 18:15, 18; Ml 4:5-6.
LOS SUYOS Jn 1:11 El Maestro vino a Sus propias
cosas —las montañas que habían aparecido como
resultado de Su poder, los lagos que llenaban el panorama como resultado de Su obra, el universo que Él
había creado y poblado de estrellas— y estos lo seguían,
creían en Él y lo obedecían. Él les dijo a las olas del
mar: «¡Cálmense!» y se calmaron. Le dijo al viento:
«¡Silencio!», y el viento se detuvo (véanse Mt 8:26-27;
Mc 4:39-41). La naturaleza obedece al Maestro.
Sin embargo, Su propio pueblo no creyó en Él, no lo
obedeció ni lo siguió. Dijeron: «Oye, espera un minuto.
¿Quién te crees que eres? No has asistido a ninguna
de nuestras escuelas rabínicas. No te purificas como
les hemos enseñado a todos que lo hagan. No sigues
nuestros rituales. Sanas a las personas en el día de
descanso, y nuestras reglas dicen que no puedes hacer
eso». Ellos lo llamaron un hereje, y decidieron matarlo.
HACERSE HUMANO Jn 1:14 El comentarista radial
Paul Harvey contó una vez la historia de un granjero que
era un escéptico religioso. Una noche fría de invierno, el
agricultor oyó un golpeteo en su ventana. Fue a la ventana
y vio un pequeño grupo de gorriones que se golpeaban
contra el vidrio, atraídos por el calor de adentro.
Conmovido, el agricultor se abrigó y abrió el granero
para estas aves en apuros. Encendió las luces, echó
un poco de heno en una esquina y roció algunas
galletas cerca para atraerlas al interior; sin embargo, los
gorriones se escondieron en la oscuridad, temorosos de
él. Intentó colocarse detrás de los pájaros para conducirlos hacia el granero. Finalmente, se retiró a su casa
para ver si ellos volarían hacia el granero por su propia
cuenta. Nada funcionó. Él, una enorme criatura extraña,
los había aterrado. Las aves no podían entender que en
realidad deseaba ayudarlas.
Mientras seguía observando a las desafortunadas
aves, le llegó un pensamiento: Si tan solo pudiera
convertirme en ave, como una de ellas, solo por un
momento, entonces no las asustaría. Podría guiarlas
hacia el calor y la seguridad. Al mismo tiempo, otro
pensamiento pasó por la mente del granjero: él había
captado el concepto de la Encarnación.
NO ERA EL MESÍAS Jn 1:19-28 Juan el Bautista respondió de manera directa a sus interrogadores: «En primer
lugar, antes de llegar a cualquier otra conclusión, comprendan que yo no soy el Mesías». Juan no los engañó para
alcanzar la fama o llamar la atención. Simplemente hizo lo
que fue llamado a hacer y no hizo lo que no fue llamado a
hacer. Su trabajo era ser el predecesor del Mesías. Eso era
todo. Y lo hizo de manera maravillosa.